El guaraní es testigo de las transformaciones económicas y sociales que ha vivido el país, desde tiempos de crecimiento sostenido hasta los recientes embates inflacionarios que impactan en la economía mundial. En este sentido, no podemos ignorar que su valor real, es decir, su poder adquisitivo, ha ido disminuyendo. Según el Banco Central del Paraguay (BCP), la inflación interanual de agosto de 2024 fue del 4,1%, lo que si bien está dentro del rango esperado, erosiona lentamente los ingresos y ahorros de las familias paraguayas.
Los precios de los bienes de consumo han aumentado de manera constante en los últimos años. Productos básicos, como alimentos y combustibles, han encarecido la canasta familiar, golpeando especialmente a los sectores más vulnerables. Esta situación ha sido exacerbada por fenómenos externos, como la crisis de suministro pospandemia y las fluctuaciones del precio del petróleo, lo que demuestra la vulnerabilidad del guaraní frente a las tensiones globales. En un país con un mercado financiero pequeño y una economía en desarrollo, la devaluación progresiva del guaraní frente a monedas fuertes como el dólar estadounidense implica mayores costos de importación, afectando directamente a los consumidores.
A pesar de estos retos, el BCP ha desplegado herramientas macroeconómicas para mitigar los efectos de la inflación, utilizando su política monetaria para controlar la oferta de dinero y las tasas de interés. Sin embargo, estas medidas suelen tener un impacto limitado en un país con alta informalidad y un sistema financiero que puede todavía lograr mucha mayor profundidad. En este contexto, la capacidad del guaraní para proteger el ahorro y el poder adquisitivo de la ciudadanía sigue siendo una de las grandes preocupaciones.
Es importante resaltar que el guaraní ha sido un pilar de estabilidad en tiempos turbulentos. Durante crisis económicas globales, Paraguay ha logrado mantener la inflación en rangos balanceados (sobre todo en comparación con otros países), y los depósitos en guaraní han mostrado estabilidad. No obstante, esa estabilidad macroeconómica contrasta con la realidad del día a día de los ciudadanos, donde el costo de vida sigue en aumento. Las soluciones a largo plazo pasan por mejorar la competitividad del país, diversificar nuestras exportaciones y fortalecer la institucionalidad económica. Solo así podremos garantizar que el guaraní no solo sea una moneda simbólica, sino también una herramienta efectiva para mejorar la calidad de vida de los paraguayos.
En este aniversario, es vital que el debate se centre no solo en su valor nominal, sino en su poder real de compra. El desafío para el futuro es lograr que el guaraní recupere terreno, preservando el bienestar económico de todos los ciudadanos.