07 sept. 2024

El Hospital Psiquiátrico y cambios que no cambian

Siempre me ha llamado la atención que cuando salta a la luz pública el estado de dejadez e inconsistencias de una institución pública, las personas responsables de administrar tales instituciones reaccionan echándole la culpa a otras instituciones, al sistema (tan ambiguo como abstracto), a la falta de presupuesto y a la sociedad misma.

Y que, hasta ese momento en que se exponen las falencias de la institución que dirigen, no se las ha visto denunciando insistentemente todo ello.

Se supone que un administrador debe buscar soluciones con su equipo. Y si no lo logra por las vías burocráticas, le queda buscar otras estrategias para denunciar el estado de la institución, hacer que la gente tome conciencia de lo que ocurre y conseguir aliados para presionar a las autoridades, conseguir cooperación y ganarse el apoyo porque la gente nota que hay un esfuerzo.

Toda esta introducción es a propósito de cómo, una vez más, surge un SOS del Hospital Psiquiátrico de Asunción. El sitio donde vienen a consultar desde distintos puntos del país, a falta de suficientes psiquiatras, lo que ya plantea un problema que se arrastra desde hace años y no se resuelve.

En el 2008, durante el gobierno de Nicanor Duarte Frutos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) había otorgado medidas cautelares a favor de los pacientes del Hospital Neuropsiquiátrico. Se había alegado la ocurrencia de hechos de violencia física y sexual contra los pacientes del hospital y que no se habrían adoptado medidas efectivas para esclarecer tales hechos. Tras una serie de solicitudes de información a las partes, la CIDH tomó conocimiento que se habría reportado la muerte de dos pacientes, así como actos de abuso sexual y de violencia en el hospital.

La Comisión solicitó al Estado de Paraguay adoptar las medidas necesarias para garantizar la vida y la integridad física de los beneficiarios e informar sobre la investigación de los hechos. Esto obligó al gobierno de turno a intervenir con varios cambios que mejoraron el establecimiento sanitario y a replantear las atenciones y terapias. Se crearon algunos centros de ambulatorios de atención a la salud mental.

Pero las expresiones: “Acá no hay recursos para brindar una mejor atención”, del director actual del hospital nos dan pistas de que no han habido cambios sustanciales. El edificio del Psiquiátrico es viejo y el personal de mantenimiento no da abasto, cuenta él. ¿No se puede establecer un convenio con instituciones como las FFAA o con el MOPC para tener una cooperación que garantice tener en buenas condiciones las instalaciones? O con empresas constructoras que incluyan entre sus acciones de responsabilidad social prestar esa ayuda y realizar reparaciones necesarias.

El hospital tiene solo 10 habitaciones para internaciones. En la pandemia vimos cómo se construyeron en tiempo récord pabellones enteros para ampliar la capacidad de los hospitales de referencia. ¿Por qué no se puede tener la misma efectividad en tiempos normales?

La mayoría de las familias abandonan a su pariente con alguna enfermedad mental. Hay 132 usuarios de larga estancia en situación de abandono social. Quizá otras instituciones del Estado podrían ubicar a los familiares que se desentendieron de estos pacientes y trabajar con ellos, bajo supervisión del hospital, hacer que los acojan y garantizarles la medicación. A la par, realizar campañas que sensibilicen a la población respecto de la salud mental y sobre cómo tratar a un paciente con trastornos mentales.

Hoy el Psiquiátrico es la muestra de que la salud mental sigue siendo muy relegada. El Hospital atiende cerca de 40 mil consultas por año. Vienen de todas partes a Asunción, lo cual ya implica un estrés y gastos. Pero no se modifica esto. Los derechos humanos solo están o se quedan en los papeles.

El nuevo gobierno debe tomar con seriedad esta deuda social y no esperar una nueva denuncia ante la CIDH para actuar.

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A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.