El Chaco paraguayo y su población sufren catástrofes cíclicas. Les afectan la sequía, los incendios forestales y, del mismo modo, las lluvias que los anegan. Todos estos fenómenos los dejan aislados. Sin embargo, la peor catástrofe que deben padecer es el abandono por parte del Gobierno central, así como de los municipios y las gobernaciones. Hasta allí solo llegan los políticos cuando precisan votos, pero, cuando ocupan sus oficinas del poder, nunca recuerdan que el Chaco necesita caminos, salud, educación, generación de empleo digno y seguridad.
Una de estas comunidades es Karandayty, ubicada en Fuerte Olimpo, donde más de 40 familias quedaron aisladas. Según los pobladores, la única vía de conexión con otras comunidades quedó destruida, con baches y barro, dejando a la comunidad sin accesos. Ciriaca Cabañas, una pobladora de la zona, afirmaba que la única manera de transitar es a caballo, pues vehículo alguno puede circular. Además, los vecinos de esta comunidad están expuestos a víboras venenosas y otras alimañas que aparecen constantemente.
Denuncian los pobladores que desde hace décadas han sido postergados por las autoridades locales y departamentales, y que cuando se hacen las reparaciones de caminos son de baja calidad, y duran apenas hasta la siguiente lluvia. En esta comunidad, niños, mujeres y adultos mayores enfrentan estoicos las dificultades del aislamiento. Se sostienen con pequeñas actividades ganaderas y trabajos en estancias, y los niños asisten a clases en una escuela improvisada en una vivienda precaria.
Una de las zonas más afectadas es el distrito de Fuerte Olimpo. Las lluvias inundaron caminos, dejando a las poblaciones atrapadas en sus viviendas. En Bahía Negra, la situación es crítica, donde la comunidad indígena Yshir Ybytoso quedó completamente rodeada de agua, con calles anegadas y viviendas afectadas. El principal acceso al Alto Paraguay sufrió daños por la rápida acumulación de agua; los tramos que conectan Toro Pampa, Fuerte Olimpo y Bahía Negra quedaron cubiertos, dejando a las poblaciones sin acceso terrestre.
El Chaco soportó una terrible sequía de casi once meses. Estas lluvias, sin duda, han traído alivio, pues por fin se están pudiendo llenar tajamares y aljibes, que son fundamentales para la provisión de agua potable de las comunidades. Se hace inevitable sin embargo que, llegado a un punto, las precipitaciones tan esperadas provoquen el colapso de la infraestructura vial, dejando a cientos de personas aisladas.
Este colapso de los caminos y el aislamiento no se deben a los fenómenos climáticos solamente; muy por el contrario, ocurren debido al abandono del mismo Estado a estas comunidades.
Ante cada emergencia, las respuestas no se hacen esperar y sin duda hay movilización para llevarles alimentos, medicamentos y la ayuda que precisan; sin embargo, una vez superada dicha emergencia todas las autoridades y los funcionarios se olvidan del Chaco y sus carencias. Exactamente lo que está sucediendo actualmente, cuando se despliegan todos los esfuerzos para asistir a los inundados. La Secretaría de Emergencia Nacional despliega operativos para entregar kits de alimentos básicos a las familias damnificadas; para ello se emplean embarcaciones y helicópteros para poder llegar a las comunidades más alejadas. Pero ningún gobierno ha llevado seriamente adelante políticas públicas para evitar por siempre que las comunidades del Chaco queden aisladas.
Es intolerable el abandono a los pobladores de esta zona del país, y la situación en la que viven es insostenible. Aquellas familias sobreviven en medio de carencias, sin atención a su salud, sin posibilidades de educación para niños y jóvenes; sin acceso al agua potable, energía eléctrica o insumos sanitarios básicos. Es irresponsable que las instituciones del Estado solamente reaccionen ante catástrofes climáticas, con declaraciones de emergencia a las apuradas que no resuelven el problema de fondo.