Literatura, pintura, teatro, cine, danza, antropología, comunicación, sociología, ecología, apenas quedan disciplinas que no haya tocado el Salazar en sus cuatro décadas, brazo cultural de la Agencia Española de Cooperación Internacional y al Desarrollo (AECID).
Abarcar todos esos campos es parte de una andadura que se remonta a abril de 1976, cuando se creó con el nombre del conquistador español a quien se atribuye la fundación de Asunción en 1537.
Su génesis reúne la paradoja de darse al poco de la muerte del dictador Francisco Franco y cuando en Paraguay todavía gobernaba con mano de hierro el general Stroessner (1954-1989).
“Con la evolución de la democracia española el centro también va evolucionando y surge la estrategia de cultura y desarrollo, trabajando en la cultura como algo intrínseco a la sociedad”, dijo a Efe la directora del Salazar, Eloisa Vaello.
Curiosamente, la permanencia del régimen de Stroessner, quien se exilió en 1989 tras un golpe militar, no fue óbice para que el Salazar dejara de desarrollar su voluntad de fortalecer la cultura desde unas premisas no solamente estéticas.
Es más, su presencia fue un asidero de libertad en una dictadura que ejerció la represión y la censura sobre las expresiones culturales que no controlaba.
“A finales de los setenta y durante los ochenta se convirtió en el único espacio que podía programar actividades culturales que no eran afines al régimen. Un espacio donde la gente de la cultura podía presentar sus textos y obras, un reducto de libertad”, recordó Vaello.
A partir de entonces llegó la consolidación del Salazar, en cuyo recorrido han participado todo tipo de artistas e intelectuales, entre ellos grandes nombres paraguayos de la literatura como los fallecidos Augusto Roa Bastos o Gabriel Casaggia.
Dentro de una propuesta definida por la divulgación de la cultura venida de España y el apoyo a las industrias culturales de Paraguay, en toda su diversidad artística.
“Queremos promocionar la cultura española y también las tradiciones, pero queremos romper los tópicos, combinar muestras de lo que se hace en España pero fomentando los trabajos más vanguardistas, la España más diversa”, dijo Vaello.
Además, el Salazar ha puesto su sello personal a muchos proyectos a través de sus talleres de formación, de su aproximación a la comunicación mediante su propia emisora de radio, o de su inmersión en el patrimonio cultural de los pueblos indígenas de la región.
El ejemplo más reciente es el proyecto denominado “Chaco Ra’anga”, un viaje científico y cultural culminado el pasado año para difundir las riquezas y amenazas que sufre el Gran Chaco (Argentina, Bolivia y Paraguay), la segunda zona boscosa más extensa de Suramérica.
Doce viajeros previamente seleccionados se embarcaron en ese viaje en el que también colaboró la Agencia Efe.
“Es una de las actividades más importantes en los cuarenta años de la historia del Salazar porque es un proyecto que abarca tres países y se trabajó en la cultura política y mediante la mirada de doce viajeros que formaron el proyecto”, explicó Vaello.
Los ángulos abordados en esa expedición serán analizados la semana próxima por algunos de sus protagonista en varias conferencias.
Además está previsto el lanzamiento de un documental sobre el viaje, una exposición y una página web.
Esas actividades precederán a las celebraciones por el cumpleaños del Salazar, que el 19 de abril se vestirá de gala con una muestra basada en su acervo documental y animada por una obra de teatro de calle encargada expresamente al prestigioso actor y director de teatro Wal Mayans.
La idea es prolongar las celebraciones hasta finales de 2016 y con todo un acontecimiento: llevar el Museo del Prado a la calle Palma, el corazón de Asunción.
“Es una exposición que se compone de reproducciones de alta calidad de cuadros del museo que se van a instalar durante 15 días con el objetivo de traer el Prado a Asunción”, señaló Vaello.