Richard Thaler ganó el Premio Nobel de Economía en el 2017 por sus trabajos sobre el comportamiento irracional de los seres humanos. Su best seller Portarse mal expone cómo es posible que la forma de pensar, sentir y hacer; la cultura de colectivos humanos pueden ser verdaderos autosabotajes en términos de aprehensión de la realidad. Las creencias en mitos, teorías conspiranoicas fácilmente hacen la cabeza de la gente.
Hace poco, el representante de una marca japonesa de automotores, que probablemente estudió la mente llena de narrativas fantasiosas del paraguayo, hizo un video publicitario sobre el Jasy Jatere y el Luisón, etcétera. Dicho spot afirma que sus vehículos superan estas leyendas llevándote a la realidad. A prueba de mitos, decían. Al Paraguay le falta un gobierno con las mismas características, a prueba de mitos, que pise y transforme la realidad, tal cual es la misión de la política.
LA MATERIA PRIMA DE LA VERDAD
Según el filósofo israelita YN Harari, la materia prima de la verdad es la información. Y la verdad es la realidad. Para evitar los mitos demagógicos de la política, la tecnología de la información que la sistematiza y la divulga es el fundamento de la democracia participativa. Dicho esto, vayamos a la historia. Cuando Gutenberg en 1440 inventó la imprenta comenzaron a publicarse los libros en forma masiva. Las biblias impresas, con Lutero y sus 95 tesis clavadas en la puerta del templo del castillo de Wittenberg, representan un cambio tectónico en el mundo todo. La reforma protestante transforma la realidad en lo social, en lo económico y en lo político. El hombre miniatura de Dios, a su imagen y semejanza, podía crear y multiplicar riquezas aplicando el conocimiento y la tecnología que se estaba desarrollando. La ética protestante y el espíritu del capitalismo, como decía Max Weber, crea una nueva realidad.
Pero, oh sorpresa, los libros más leídos de aquella época no eran precisamente los científicos, ni siquiera los teológicos más representativos. Copérnico y sus descubrimientos fueron dejados para atrás. Los más comprados y leídos, en pleno Renacimiento, eran los libros de ocultismo, brujerías y en cómo combatirlos. De entre ellos, uno de los más populares era El martillo de las brujas, escrito en 1487 por los inquisidores religiosos Enrique Kramer y Jakob Sprenger. Estos redactaron un manual sobre cómo identificar, investigar y castigar prácticas de brujería. Una especie de comisión garrote de la época. Veían conspiración anticristiana en todo lo que les parecía que era sospechoso o estaba en contra de los intereses de lo que ellos creían que debía ser la Iglesia.
LA TECNOLOGÍA DE LA INFORMACIÓN
Como podemos apreciar, los grandes cambios en la tecnología de la información, como fueron la imprenta, la informática y ahora la inteligencia artificial, no siempre resultan benévolos en términos científicos y democráticos. A veces, repito, como en el Renacimiento, la Inquisición católica y también protestante, persiguieron destructivamente la reputación de personas que pensaban diferente, cancelándolas, como se dice hoy en día, en forma totalmente injusta. Los autores Kramer y Sprenger presentaron al papa Inocencio VIII el método para identificar a los herejes por señales físicas, cicatrices, hábitos sociocomportamentales, palabras que pronuncian, tipos de servicios prestados, quienes son sus clientes, sus amistades, etc. En un supuesto, sería algo adyacente a lo que podemos ver en el método de una comisión del Legislativo paraguayo, que hurga buscando lavadores de dinero en forma exclusiva y de acuerdo con tipos de actividades de organizaciones de la sociedad civil, personajes que dan cursos y conferencias y las facturas que emiten, etcétera. Llevaron a testigos, algunos de los cuales dijeron que no tenían pruebas factuales de nada, solo opiniones e hicieron un ruido amedrentador.
Ayer, la Cámara de Diputados trató el proyecto de ley que establece el control de organizaciones sin fines de lucro para –es la hipótesis que se maneja– debilitar a la sociedad civil que investiga y denuncia actos de corrupción en el ámbito de lo público. El presidente Peña habría dicho que no estaba de acuerdo. De hecho, el papa Inocencio VIII se opuso al modelo de caza de brujas del Sr. Kramer y su amigo Sprenger. Los condenó públicamente porque incluía hasta torturas.
En la norma paraguaya ya existen mecanismos para controlar a las oenegés que reciben fondos públicos. El MEF y la DNIT tienen exigencias muy rigurosas. Y todas estas organizaciones están registradas en la Seprelad, siendo sujetos obligados por la Ley 1015/97. La nueva ley es solo una nueva norma con altísimas puniciones que permitiría desarticular a la sociedad civil organizada, haciendo que sus principales representantes se desanimen abandonando los directorios de las oenegés.
Lo que, me dicen, ya está sucediendo. Muchos empresarios, que tienen sus actividades con fines de lucro, y que por eso ya no militaban en política, ahora ya no quieren formar parte del board de organizaciones que apoyen causas de derechos civiles y combate a la corrupción. Es la lenta desaparición de la Eklessia en beneficio exclusivo del Oikos dentro de un ágora que siempre fue imperfecto.
Los cazadores de brujas posmodernos del Paraguay hicieron un ensayo para desacreditar a las ONG afirmando que ellas “no son la sociedad civil porque son organizaciones empresariales dirigidas a fines políticos y económicos. La sociedad civil representa millones de formas de ver la vida, compartir intereses y pasar tiempo juntos”. Una especie de CIT y Sajonia, meritorias organizaciones que fomentan una identidad social, los deportes y la calidad de vida, pero que no representan derechos civiles en la dialéctica de intereses en conflicto que existen dentro de una sociedad determinada. La batalla cultural por la verdad y la transformación de la realidad en los Estados Unidos, por ejemplo, se llamó de los “derechos civiles”. “Yo tengo un sueño”, dijo M. Luther King, denunciando en su discurso “que la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación”. El pastor King recibía dinero de millones de personas y organizaciones para influir en la política buscando el reconocimiento de los derechos de las minorías, en este caso negras, entre otras, y presionar al Estado que finalmente cedió.
Claro, más adelante le costó la vida. El liderazgo de una organización que lucha por los derechos civiles transforma la realidad y no es un pecado. Rosita Park se plantó por los mismos derechos y cambiaron las reglas del juego. Un solo acto simbólico dentro de un ómnibus fue determinante.
CONCLUSIÓN
En toda organización, empresa, país, hay dos que empujan, dos que frenan y seis que siguen la corriente que prevalece. En el Paraguay, a la luz de los hechos, la corriente que frena los derechos de la gente en situación de vulnerabilidad (vivimos en un país con 67% de los trabajadores sin derechos laborales), la que gana las elecciones, aunque pierda numéricamente porque no existe segundo turno, hace que con narrativas mitológicas esos seis sigan una tendencia que es perniciosa para ellos mismos porque nos frena y nos mantiene empobrecidos, enfermos e ignorantes, víctimas del malgasto descarado de la casta política, del tráfico de drogas y de la corrupción en las instituciones. Ahora se pretende reactivar el martillo de las brujas para encontrar excusas persiguiendo personas que desde la sociedad civil no quieren seguir la corriente que nos mantiene subdesarrollados. La biblia de los cazadores de brujas está siendo analizada ya para que entre en vigencia en el Legislativo. Ojalá que el Ejecutivo use el veto tal como se espera. En plena era de la inteligencia artificial es fácil utilizar la tecnología para descubrir a los verdaderos lavadores de dinero, a los contrabandistas de productos nocivos para la salud, a los comerciantes de drogas y a la plata sucia que soborna dentro de la política. Es solo usar el algoritmo. Ya falta poco. Saludos cordiales.