“Pienso, luego resisto” es el lema escogido para la vigésimo sexta edición del festival, el cual se presenta como “más necesario que nunca” debido al momento político que vive Brasil, expresó a Efe el director del festival, André Fischer.
“Es un momento político complicado y el año que viene también lo será, no solo para el colectivo LGTBI, sino para la cultura en general”, agregó Fischer, en una referencia velada a la llegada al poder de Jair Bolsonaro, un político polémico por un historial de declaraciones homofóbicas.
El certamen, que comenzó el pasado jueves, congrega más de 200 eventos culturales en la ciudad de Sao Paulo hasta el próximo 25 de noviembre, convertidos todos ellos en “puntos de encuentro e intercambio para explorar nuevas formas de resistencia”.
“Ya no se trata de avanzar, sino de resistir, para mantener lo conseguido en el camino de las conquistas”, comentó Fischer, quien considera esta posición como “la única alternativa” para el colectivo, a fin de proteger su cultura y, con ella, sus derechos.
Sin embargo, para el director artístico del certamen, Joao Federici, las reivindicaciones del festival van más allá del contexto político: “Llevamos 25 años de festival y siempre ha sido actual hablar de resistencia”, reivindicó en una entrevista con Efe.
En su vigésimo sexta edición, la Mix Brasil recuerda el legado dejado por directoras pioneras en abordar la relación entre mujeres, entre ellas Adelia Sampaio, la primera mujer negra en dirigir un largometraje en Brasil y que en 1984, durante la dictadura militar, rodó Amor Maldito.
En ese sentido, el director artístico también subrayó el alto porcentaje (44 %) de piezas dirigidas por mujeres, muy superior al presente en los festivales de cine internacional de más renombre.
Las pantallas de Cannes, Berlín o Toronto ya avalaron algunas de las producciones por las que ahora el Mix Brasil apuesta, como No te preocupes, no llegará lejos a pie, del estadounidense Gus Van Sant, o Colette, en la que Keira Knightley interpreta a una escritora que descubre su bisexualidad.
Este año, el festival se vanagloria de tener más largometrajes brasileños que nunca, 20 en total, que en su mayoría son de productoras independientes y orbitan alrededor de la gran estrella que inaugurará el evento, Bixa Travesty, un documental sobre la actriz, cantante y activista brasileña transgénero Linn da Quebrada.
Sin embargo, la gran novedad de este año va más allá de las pantallas de cine y llega al terreno de los videojuegos con una muestra al público de cinco producciones que cuentan con el tema de la diversidad sexual entre sus gráficos.
Completarán este abanico de colores de la Mix Brasil cuatro funciones musicales, 18 mesas sobre literatura y tres obras de teatro, entre las que destaca Demonios, una reflexión escénica sobre los peligros que rondan el universo homoerótico contemporáneo.
Demonios propone una reflexión con lenguaje experimental sobre las amenazas que acechan a las relaciones físicas entre homosexuales, entre ellas, el “neofascismo conservador” que “avanza cada vez más”, según la sinopsis de la obra.
El Festival congregará también 25 mesas en las que se tratarán temas como la gordofobia, el feminismo lésbico y negro o el futuro del colectivo LGTBI post-elecciones, este último anunciado con optimismo: "¡Qué no cunda el pánico!” es el nombre que da título a la charla.