Cecilia Ojeda tiene las uñas largas y amarillas. Aquellas finas uñas no le impiden machacar con fuerza los yuyos de un tereré mañanero que tiene por destino algún local del Mercado 4. “Tiene menta’i, para calmar los nervios de mi jefa”, dice una de las clientes habituales de Cecilia. Ella se ríe, mientras meticulosamente lava las hierbas, las mete en el mortero, golpea por 30 segundos y las incorpora al termo. Tres personas más se encuentran esperando turno. Es la mañana de un caluroso día de verano en Asunción, pero en el Paseo de los Yuyos se encuentra la fórmula de un brebaje que hará más leve la jornada.
Una bolsita de tres hierbas se vende por G. 2.000. El combo completo, que incluye agua, hielo, yerba y yuyos, se vende por G. 5.000. Las combinaciones medicinales que más se llevan en esta temporada son las refrescantes (como menta’i), pero también para la fiebre (Santa Lucía) y para la presión alta (zarzaparrilla). Algunas yuyeras como Cecilia ya saben lo que sus clientes le van a pedir, así que solo falta una mirada para preparar el mejunje deseado.
Según un estudio realizado por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), ya en el 2004 pudieron constatar que existen 266 plantas medicinales que se utilizan en nuestro país, tanto nativas como provenientes de afuera. Las mismas se emplean para 85 diferentes acepciones y de manera preventiva ante las enfermedades.
Las químicas farmacéuticas Rosa Degen y Yenny González desarrollaron una investigación sobre cuáles son las plantas medicinales que se utilizan exclusivamente en el tereré, además de cómo fue cambiando la costumbre de consumir esta bebida y todo lo que rodea a este símbolo de la cultura paraguaya. Al principio constaron 25 yuyos, pero luego fueron agregando más. La lista cuenta con el nombre científico de la planta, el nombre común y sus acepciones.
“En nuestro país, casi el 70% de las plantas para el tereré se usa en estado fresco. La mayoría de las acepciones para las cuales se utilizan son para las vías digestivas, para bajar la presión, para las vías urinarias y las que se llaman refrescantes”, menciona Degen, quien trabaja en el Departamento de Botánica de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNA, buscando rescatar los conocimientos populares.
Muchas de estas hierbas son ruderales, o sea, crecen en suelos sueltos y yuyales. Provienen de todas partes del país: Villa Hayes, Arroyos y Esteros, Santaní, Caacupé, Ypacaraí, Tobatí, etcétera.
El uso popular refiere que antes de tomar la bebida hay que preparar el estómago con el famoso tereré rupa, que puede ser una empanada, una tortilla, un sándwich de milanesa o incluso una marinera. Luego de preparar el brebaje, se deja macerar aproximadamente 30 minutos, hasta que va tomando color. Y cuando llega la hora de consumir, se para toda la actividad para iniciar el ritual del tereré. El más joven es que el ceba y va pasando de uno a uno a los integrantes de la ronda. Entre chistes y comentarios sobre la actualidad, corre la guampa.
Generalmente, explica Rosa, la consumición del tereré con hierbas medicinales se realiza a la mañana, antes del mediodía. No es habitual ingerir la bebida con yuyos de tarde, pero muchos jóvenes lo suelen hacer para estudiar. También cambió la costumbre de esperar los minutos de maceración, ya que el tiempo apremia y hay que continuar la jornada laboral. En el caso de algunos, consumen directamente la yerba compuesta.
También era común ver jarras de aluminio y guampas de cuernos de vaca. En la actualidad, los paraguayos y paraguayas mandan a hacer su propio equipo de tereré, forrado en cuero y con todos los diseños que se podría imaginar. “Hoy en día cada uno ya tiene su termo. Se sientan juntos, pero cada quien va con su equipo. Esto pasa más en las zonas urbanas, en el interior se mantiene eso de que uno esté cebando”, comparte la investigadora.
Costumbre ancestral
Desde hace más de 60 años, mujeres como Aparicia Ramírez forman parte del Paseo de los Yuyos en el Mercado 4 de Asunción. Varias de ellas ya son de una segunda o tercera generación de trabajadoras de ese rubro. Los conocimientos los fueron adquiriendo a través de sus madres y abuelas, como también por medio de cursos de formación sobre las propiedades de las plantas que ofrecen. Doña Aparicia asegura conocer cientos de hierbas medicinales y hoy le transmite ese conocimiento a una de sus nietas.
Mientras nos muestra sus recomendaciones de remedios refrescantes para el verano, nos invita un mate del tereré que está cebando su nieta. Le pregunto qué yuyos tiene, se ríe y me contesta que este no tiene ninguno. “Y justo yo que soy yuyera”, bromea.
Es sabido que las culturas originarias han utilizado ancestralmente las plantas medicinales para tratar sus enfermedades. El pohã ñana forma parte de nuestra cultura guaraní desde mucho antes de la llegada de los españoles. Pero fue con el mestizaje que apareció el tereré. Conforme detalla Degen, los primeros registros que se tienen de este brebaje datan de 1970, en esos documentos se menciona ya la época jesuítica. Varias de las hierbas que consumimos hoy en día también fueron traídas de Europa, como la manzanilla, el anís y la salvia.
Lo llamativo, para la científica, es que ese hábito, contrario a lo que se puede pensar, de ir debilitándose, fue expandiéndose cada vez más y adquiriendo diferentes formas. Por ejemplo, existen técnicas más modernas en las que, en vez de utilizar el mortero, se licuan las hierbas. O, por otro lado, se hierven, y el agua saborizada que sale se incorpora al tereré o se bebe así tal cual.
Lo recomendable a la hora de preparar el brebaje es no mezclar más de tres hierbas. En caso contrario, máximo se pueden utilizar cinco: dos hojas y tres raíces. “Hay que tener cuidado en la dosis. El uso popular siempre habla de macitos: un mazo pequeño para un litro de agua”, expresa Degen.
También hace hincapié en la identificación de las plantas, ya que cada una tiene sus principios activos y que una hierba sea parecida a otra, no quiere decir que posea las mismas propiedades. “Hay que respetar el uso popular. Qué es lo que seguimos usando, qué es lo que estamos usando ahora y no incorporar porque sí nomás”, agrega.
Pero es cierto que también los conocimientos van evolucionando. Si antes las acepciones más comunes eran para el hígado, el riñón o la sangre, ahora existen también para el estrés, que es un estado de tensión más asociado a los tiempos modernos.
Las recomendaciones de las yuyeras del Paseo de los Yuyos
Refrescantes
Menta’i: tranquilizante.
Agrial: contra la faringitis.
Santa Lucía: refrescante.
Perdudilla blanca: refrescante posfebril.
Batatilla: diurética, refrescante.
Raíz de coco: refrescante.
Kapi’i katĩ: diurético.
Ñangapiry: hipotensor, disminuye los niveles de colesterol.
Para tener energía
Jagua ra’ỹi: diurético, antirreumático.
Katuava: energizante.
Ajenjo: antidiabético, contra el empacho.
Burrito: digestivo intestinal.
Cedrón: digestivo, sedante y fortificante de los nervios.
Perdudilla: refrescante posfebril.
Para estudiar y no tener sueño
Santa Lucía: refrescante.
Kapi’i katĩ: diurético.
Tarope: para purificar la sangre, antirreumático.
Para la garganta
Urusu’u he’ẽ: contra la bronquitis, expectorante.
Agrial: contra la faringitis.
Para molestias estomacales
Ajenjo: antiadiabético, empacho.
Hinojo: diurético.
Typycha kuratũ: afecciones hepáticas.
Yerba de lucero: digestivo, contra el empacho.
Burrito: digestivo intestinal.
Para la presión alta
Caña brava: diurética, depurativa.
Zarzaparrilla: diurética, refrescante.
Mbokaja’i: refrescante.
Cedrón kapi’i: afecciones del corazón, digestivo.
Siempreviva: afecciones del corazón, tranquilizante.
Para la presión baja
Menta’i: afecciones del corazón.
Cedrón Paraguay: estimulante, antiespasmódico.
Para los nervios
Tarope: para purificar la sangre, antirreumático.
Menta: tranquilizante.
Para los riñones
Santa Lucía: refrescante.
Zarzaparrilla: diurética, refrescante.