Caacupé se convirtió una vez más en una importante tribuna desde la cual la Iglesia sentó postura acerca de las realidades, en un tiempo sombrío de violencia, promesas electorales y agudos problemas sociales.
En esta cuarta carta que dirige el obispo de Caacupé al pueblo paraguayo, ratificó la postura de la Iglesia sobre “respetar la Constitución Nacional y la doctrina sobre la vida. A pesar de las fuertes presiones que ejercen los lobbies nacionales e internacionales, seguimos apostando a nuestra fe en la palabra de Dios, en la familia y en la vida como creación divina”; y sobre el sistema educativo que admitió es deficiente y necesita una transformación, sostuvo que el cambio deberá realizarse sin “ideologías que desvirtúan la naturaleza humana”.
En un mensaje sin medias tintas Valenzuela habló de la administración de la justicia, calificando al sistema judicial como desfasado y poco confiable; lo mismo que la Fiscalía General del Estado que genera poca confianza. Se requiere independencia, afirmó, “y no más fiscales gatillo fácil” que imputan sin tener una base seria de un supuesto delito; tampoco queremos fiscales complacientes con criminales ”. De los jueces dijo que deben ser personas honorables, dignas y respetables cuyas sentencias y veredictos lleven el sello de la legalidad y de la justicia. “No queremos jueces que prevarican y que abusen de sus funciones o fragüen resoluciones a cambio de un puñado de peculio, por presión política o del narcotráfico o de personas que se dedican a estafar y expoliar bienes ajenos”.
A las autoridades nacionales, departamentales y municipales exigió que administren honestamente los recursos que la gente les confía y que los administren a favor de la gente más humilde. Insistió en que se les otorgó la misión de resguardar e invertir el dinero público para el bien de los ciudadanos, y no para enriquecerse. El obispo expresó asimismo su preocupación por el endeudamiento del país en miles de millones de dólares como deuda externa e instó a cuidar los gastos frente a la precariedad de los recursos estatales, sobre todo en salud, educación, seguridad y justicia.
El repaso por la realidad nacional mostró inquietud sobre dos temas muy importantes: la utilización de los fondos del IPS, afirmando que: “los obreros tienen derecho a disfrutar plenamente de la asistencia sanitaria y que reciban su justa jubilación”; y también llamó la atención sobre la próxima renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú. Sostuvo el religioso que este tema debería ser una profunda preocupación de todos los paraguayos.
El obispo Valenzuela recordó el tiempo electoral que estamos viviendo e instó a la ciudadanía a cuestionar a los candidatos y preguntarse qué harán para resolver los problemas de la tierra, la educación, la familia, de Itaipú, de IPS, de los indígenas; qué soluciones propondrán para terminar con el azote del narcotráfico y el sicariato; qué se hará con un poder legislativo superpoblado y cómo hacer para que la justicia sea independiente y objetiva, y deje de prevaricar y vender sentencias, lo mismo que con el tráfico de influencias.
“No pocas autoridades usan y abusan del poder circunstancial que se les otorga y se creen poderosos e inamovibles, no tienen temor de Dios o actúan como si Dios no existiese. No queremos más autoridades corruptas que, sin pudor, expolian a gente indefensa sumando y haciendo crecer su riqueza malhabida. Queremos autoridades que sirvan al pueblo y no que se sirvan del pueblo”, manifestó el obispo y tras oír este mensaje solo resta esperar que la clase política y las autoridades de los tres poderes del Estado hayan recibido este recado del sentir ciudadano.