Estábamos al borde del abismo y, con el general Alfredo Stroessner, dimos un gran paso adelante.
Estas palabras de un político de aquellos tiempos me recuerda el anuncio de que se ha avanzado mucho en las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur y, antes de fin de año, se espera llegar a un acuerdo. Esto significa que Temer y Macri quieren firmar un acuerdo, y Cartes les va a seguir, como un fiel soldadito.
Las negociaciones, comenzadas en el año 2000, han sido absolutamente secretas. Esto es raro, porque un tratado internacional tiene carácter de ley y, de acuerdo con la teoría democrática, la ley debe expresar la voluntad popular, manifestada a través de sus representantes.
En otras palabras, los parlamentarios de los países negociadores deben saber de qué se trata, y no les han dicho absolutamente nada. Los que sí están bien enterados son los empresarios de las empresas mayores, que han intervenido en la redacción del proyecto.
No sé si todos los negociadores entienden lo que negocian, o lo que se les quiere hacer firmar, como sucede a veces. Este es un inconveniente que se podría haber superado informando a la opinión pública sobre los puntos a tratar. Aunque una persona común no entienda, sí hay personas que entienden, se lo pueden explicar, y así se debate en forma pública, transparente, lo que es de interés público.
Solo que aquí, más bien, prima el interés privado: los llamados tratados de libre comercio se redactan para favorecer intereses empresariales. Los gobiernos empresariales de Temer, Macri y Cartes están a favor de ese tipo de libertad de comercio.
A pesar de la falta de transparencia, algo se sabe de las negociaciones, en términos generales. Se sabe que la Unión Europea subsidia su agricultura, no piensa dejar de subsidiarla, y además la apoya con medidas proteccionistas; por eso quiere permitir el libre ingreso de los productos agrícolas (y ganaderos) del Mercosur, que tiene ventajas competitivas en ese sector.
Sin embargo, la UE pretende que el Mercosur elimine o reduzca considerablemente los impuestos y regulaciones para el sector industrial y de servicios de la UE. Quiere conseguir los beneficios del libre comercio para ella misma, pero dando muy poco a cambio, según afirma un artículo de Página 12 titulado Una región en oferta, del analista Raúl Dellatorre.
La región es el Mercosur, dispuesta a hacer grandes concesiones a los negociadores europeos para antes de fin de año.
La UE endureció sus exigencias a causa del brote nacionalista en el Viejo Mundo, provocado por la desilusión con el libre comercio y la des- regulación, que se creían una receta infalible hacia el progreso y el bienestar de todos.
La crisis del 2008 debilitó esa fe y, respondiendo a su electorado, Trump decidió volver al proteccionismo. La UE ha tomado nota del cambio y, frente a la posibilidad de perder mercado en América del Norte, quiere abrirse terreno en América del Sur, donde quiere tener la exclusividad de un tratado de libre comercio. Considerando que muchos productos europeos son fabricados en Asia (las multinacionales tercerizan), ¿por qué darle la exclusividad?