El Centro Histórico de la ciudad de Asunción y sus alrededores se encuentran “en estado grave” y con pronóstico reservado. Las señales de alarma ya están vigentes desde hace tiempo, pero las diferentes autoridades de turno nunca las tomaron con la debida urgencia y seriedad. Siempre hubo otras prioridades, además de la desidia y corrupción también vigentes.
Varios sectores de este importantísimo espacio de la ciudad capital presentan hoy un estado de abandono, con señales claras de un acelerado deterioro.
En los últimos días, la migración de comercios hacia otros sectores de la ciudad y el motivo expuesto por los propietarios dejaron en evidencia con más fuerza que la problemática es real y debe ser atendida. Hay dramas que están perjudicando y no son atendidos en tiempo y forma.
Urgen medidas contundentes y definitivas ante un escenario con muchos puntos en rojo y de alta complejidad: inseguridad, sensación de abandono y marginalidad en varios sectores, alentados por zonas oscuras o con escasa lumínica; veredas destruidas, viviendas y edificios abandonados; basura acumulada en esquinas, sobre todo en horas de la noche; las plazas ocupadas y débil presencia policial.

A la lista se añade un tema aún más delicado y preocupante, el acelerado aumento de niños y jóvenes adictos a las drogas, víctimas del microtráfico y la pobreza, quienes en ciertos puntos de la ciudad y determinadas horas deambulan como zombies o mendigan ese “mil para comprar leche”.
A estos se agregan, también, el copamiento de cuidacoches, quienes se adueñan de las calles y en algunas cuadras compiten entre ellos, a veces, incluso con toques de violencia.
Todo suma en una ciudad que por sectores o momentos del día parece convertirse en “tierra de nadie”, poco atractiva para visitar. Son elementos que impiden ver lo atractivo que aún tiene la ciudad.
Son realidades complejas y de larga data, sabemos, cuyas raíces profundas se sumergen en los destructivos y viejos pantanos de la corrupción y la criminalidad que proliferan en el país.
Lo claro es que cualquier solución seria y definitiva que se busque implementar para recuperar el microcentro asunceno requiere necesariamente de un trabajo interinstitucional, apoyo del sector privado, inversión gubernamental, trabajo en equipo, involucramiento y compromiso de los vecinos, y un esfuerzo municipal poco conocido en las distintas administraciones, las que destinan el 80% de su presupuesto a sostener la superpoblación de funcionarios.
Existen iniciativas, cierto, pero que terminan siendo superficiales o de “maquillaje”, y no logran frenar las amenazas que acechan a la madre de ciudades.
La capital del Paraguay requiere de acciones con coraje, patriotismo y honestidad, que pueden molestar a algunos pero beneficiar a la mayoría. Calles peatonales, propias de las capitales del mundo; bicisendas, incentivos impositivos para la inversión y ocupación comercial, la puesta en valor de puntos con potencial turístico, entre tantas otras iniciativas.
El microcentro de Asunción es vital y fundamental para el país y su identidad; el centro político y un espacio cargado de historia, cultura y belleza, tanto natural como arquitectónica. Son muchos los vecinos y numerosas las organizaciones interesadas en trabajar por su recuperación; se requieren voluntad política, capacidad de gestión y honestidad.
Es de esperar que estas señales de alarma sean tomadas con seriedad y en carácter urgente por el intendente Óscar Nenecho Rodríguez y sus colaboradores, actualmente muy cuestionados por la situación de la ciudad. El microcentro quiere renacer y tiene potencial. Nos consta, sobre todo en días festivos. Pero requiere apoyo ciudadano y compromiso político, los que, sin dudas, deben desafiar un año electoral cargado de mezquindades y muchas mentiras.