- Juan Luis Ferreira E.
- past presidente ADEC.
Generalmente se asocia al sector empresarial, y a los empresarios como personas que ganan mucho, tienen mucho, no trabajan o trabajan poco y retiran utilidades, no tratan bien a sus colaboradores o clientes, evaden impuestos, o pagan coimas y participan en otras operaciones ilegales, entre otros aspectos negativos. Muchos empresarios son probablemente cómplices de la corrupción. Algunos son conscientes de estas fallas y dedican el resto de sus vidas a repararlas, lo cual es bienvenido. Somos un país joven y nuestras instituciones, incluyendo el concepto de lo que es una empresa, un empresario, gremios, y cámaras aún deben crecer, madurar y perfeccionarse.
Un empresario no maneja el tipo de cambio, el clima, los eventos internacionales como las recientes crisis de contenedores y la pandemia, los precios internacionales y las regulaciones. Muchas cosas que afectan su competitividad están fuera de control. No puede resolver muchas de las carencias de servicios públicos, transporte, vivienda, salud o seguridad que impiden que la gente acuda descansada y tranquila a su puesto de trabajo e igualmente vuelva a sus hogares.
Sin embargo, hay muchos y muy buenos ejemplos de los que hacen bien las tareas, a pesar de todos los factores incontrolables ya citados, mientras están enfocados en dar un buen servicio o producto, sostenerlo, respetar el ambiente, tratar bien a todos y ser competitivos sin perjudicar a nadie. Los que logran crecer, mantenerse y hasta exportar son extremadamente imprescindibles para nuestra sociedad. Los que logran empezar, aunque tambaleen para proseguir, aunque cierren y vuelvan a empezar, también dan un gran servicio. Son nuestros “motores” generadores de empleos y oportunidades.
A lo largo de muchos años los Premios ADEC han mostrado a muchos de estos meritorios empresarios. Hay otros que aún son poco conocidos o “invisibles”. Notablemente en la Biblia hay varios pasajes donde Jesús prohíbe comentar el milagro. Por ejemplo, no sabemos nada de Lázaro entre su muerte y su resurrección. Quizás se refiere a “no comentar todavía” entendiendo que la curación física debe acompañarse de una sanación completa principalmente espiritual (sin perdones pendientes, disputas, iras, rencores, y lesiones similares).
Particularmente los socios de ADEC debemos inspirar buenas prácticas y el trato justo. Es buena la prudencia, Jesús no quiere un show, entonces pidamos al Espíritu Santo que nos conceda sabiduría, que nos permita elegir en qué momento y lugar, y frente a qué interlocutores dar testimonio de nuestros empeños y logros empresariales o profesionales, aunque no los consideremos milagrosos.