HISTORIA
Haciendo un poco de historia, debemos recordar que en Bretton Woods se dispuso el patrón del dólar convertible al oro a un valor de una onza troy equivalente a 35 dólares (hoy estamos en 3.000 dólares la onza de oro), donde todos los demás países del resto del mundo estarían a tasas fijas alrededor de este valor, en sus respectivas monedas, pero no convertibles al oro. El dólar era el oro.
Jacques L. Rueff y Robert Triffin, dos economistas de la época, el primero asesor de Charles De Gaulle en Francia, no estaban tan de acuerdo con esto. Sobre todo, Triffin quien escribió sobre la inconsistencia de tener una moneda superpoderosa que fuera la que marcara los pasos del comercio internacional y, al mismo tiempo, fuera moneda de reserva y de activos. Acuñó el famoso dilema de Triffin, que dice que si un país emite una moneda que es reserva mundial y activo mundial, al emitir esa moneda a medida que el PIB del mundo crece y las demandas del comercio global requieren cada vez más moneda comercial y de reserva, el incentivo de emitir más moneda genera déficit en el comercio de ese país y deuda creciente para ese país con el resto del mundo, hasta un punto tal en el cual se pierde toda confianza en esa moneda y en ese país. El dólar no llegó a ese punto, pero como Rueff y Triffin resaltaron en aquel entonces, este es un sistema insustentable.
Trump parece que está de acuerdo con el francés y con el belga-americano que expuso el dilema Triffin. Este dice que si Estados Unidos reduce su comercio deficitario –lo que pretende Trump–, la comunidad internacional perdería su principal fuente de reservas. Esto podría generar una escasez de liquidez que lleve a la economía mundial a una espiral contractiva, comenzando, claro, por Estados Unidos. Pero que después se puede recuperar. Por eso, Trump dijo que no habría que descartar una recesión por un tiempo, y las bolsas cayeron estrepitosamente.
El dólar tiene el duplo papel de ser moneda y activo financiero, al mismo tiempo. Por lo tanto, se usa para pagar bienes y servicios en Estados Unidos y en otras economías. También sirve como valor que almacena riqueza. El dólar siempre ha estado relativamente sobrevalorado en el mundo todo. Es por eso por lo que, para los Estados Unidos, comprar del exterior le sale barato y sus ventas internacionales son caras para el mundo. Déficit comercial. Es así como la gran nación del norte se ha venido desindustrializando. En 1971, Nixon decretó el fin de la convertibilidad del dólar en oro y comenzó el no sistema. Un vuelo ciego donde todos los países en sus respectivas monedas quedaron fluctuando con el dólar y entre sí. Régimen de cambios fluctuante. Se vino una gran inflación en los años setenta y ochenta con un dólar superfortalecido, y luego, un caos en el mundo todo; por cuenta de que Paul Volcker elevó las tasas de interés para combatir su inflación. El flight to quality de dólares a los Estados Unidos para aprovechar tasas de hasta el 15% tuvo como resultado una gran escasez de moneda fuerte alrededor del planeta. Para corregir esto se vino el Acuerdo Plaza en Nueva York, en el hotel del mismo nombre, el 22 de setiembre de 1985, buscando frenar la supervalorización del dólar mundo afuera.
Los desequilibrios continuaron y el 22 de febrero de 1987, los países más afectados se vuelven a reunir con Estados Unidos para firmar el Acuerdo de Louvre, París. Aquí el problema era la exagerada desvalorización del dólar. Este fue el último de los acuerdos. Con el ascenso de China disputando la hegemonía económica mundial a Estados Unidos, los desequilibrios son diferentes y urge un nuevo orden económico global, lo que supone un nuevo acuerdo monetario internacional.
EL PLAN
Lo que Trump desea ante este escenario tiene tres aristas. En primer lugar, mantener al dólar como moneda de comercio, de reserva y como activo internacional. En segundo lugar, corregir los profundos desequilibrios internacionales, en los cuales Estados Unidos se encuentra inmerso desde hace varias décadas. En tercer lugar, producir todo, comenzando por alimentos, incluso vehículos, remedios, semiconductores, satélites, armas, etcétera, en territorio estadounidense, lo que refuerza la seguridad nacional, en la eventualidad de un conflicto internacional. Eso amplía la generación de empleo, renta, consumo y la necesidad de más inversión; sobre todo, en la economía real. Es algo muy racional. Que lo tilden de keynesiano, proteccionista, estatista, intervencionista, le chupa un huevo. Esas son etiquetas que solo se usan en el mundo subdesarrollado. Ya les dejó hablando solos a Zelenski y a Milei. ¡Viva la Libertad, carajo!
En la visión de Trump, la forma de corregir lo que está desequilibrado es realinear el comercio internacional. E incluso, si fuere necesario, imponiendo encajes a los ahorros en bonos del Tesoro, una especie de cepo gradual, inundando con dólares físicos la economía para poder devaluar su moneda, revirtiendo así la tendencia para que su industria nacional se vuelva de nuevo competitiva, para su propio mercado, pero también para el mundo todo. Volver a producir lo nacional y volver a exportar: MAGA. Qué tal. Nada mal.
RECESIÓN
Repitiendo. Como el papel de Estados Unidos era el de proveer dólares para comerciar, de reserva y de activos para sí mismo y para el resto del mundo, el resultado es que su moneda acaba siendo una mercadería sobrevalorada. Y a medida que Estados Unidos tiene una menor relevancia en la economía mundial, la demanda por dólares se manifiesta en déficits externos persistentes. Veamos. La participación del PIB de EEUU sobre el total del mundo era del 40% en los años sesenta, en los ochenta ya cayó al 25% y en el 2011 fue del 22%. Para el 2023 se estancó en alrededor del 26% del PIB mundial, casi igual a los ochenta del siglo pasado. Ojo. El déficit en cuenta corriente que se compone de la balanza comercial, servicios y balanza de rentas internacionales, estaba en 1986 en el 3% del PIB. En el 2006, este déficit llegó al 6% del PIB y hoy está todavía en más del 3%. Con relación al dólar, cuando este está fortalecido, el déficit es mayor, y viceversa, cuando el dólar se debilita, vale menos, el déficit disminuye. Es la preocupación de Trump. Los déficits externos generan pérdida de empleo y desindustrialización. La consecuencia también de esta desindustrialización es una cuestión de seguridad nacional, cómo sobrevivir en un mundo en guerra dependiendo de productos de exterior. Aquí la geopolítica entra en escena. Es decir, una cuestión monetaria debilita el posicionamiento geopolítico de Estados Unidos en todo el mundo. Al mismo tiempo, China, el adversario ideológico y competidor económico, ha venido usando la manipulación de su moneda, devaluándola en su tasa de cambios para ganar mercados y fortalecerse geopolíticamente en todo el mundo.
En este escenario, la caída de las bolsas estadounidenses algunos consideran que fue algo deliberado para comenzar el proceso. Las disminuciones en el valor de las acciones del cinco por ciento día en algunos casos de grandes empresas, y de Tesla del quince por ciento en un solo día, perdiéndose más de 3,3 billones de dólares en diez días, 330.000 millones USD por día, y hasta 3 billones de USD en la secuencia en un solo día, fueron estremecedoras. Todo fue por las declaraciones de los secretarios del Tesoro y del Comercio de Trump, y del mismo presidente, no descartando una recesión. Qué tal.
DETOX
Los estímulos monetarios de la pandemia generaron inflación. Fue algo perenne. Las tarifas de Trump van a generar de nuevo inflación. Es algo puntual, espero que sea temporario. Scott Bessent declaró hace pocos días que productos baratos no hacen a la esencia del sueño americano. La pifió, y feo. Eso no le gusta a la gente. Lo que supongo que quiso decir es que el estadounidense estaría dispuesto a pagar más caro para poder consumir lo nacional, pero con una reindustrialización que le signifique empleo, ingreso, consumo y calidad de vida. También dijo que los gastos públicos se van a convertir en gastos privados, porque se vienen cortes en el Estado en modo detox, desintoxicación, en el pueblo que está viciado de la ayuda pública.
La economía estadounidense que es de 26 billones de dólares tiene una deuda pública de 36 billones. De esto, 9 billones es de corto plazo, que deben ir al roll over en el primer bimestre del 2025. Los intereses ya suman más que sus gastos de defensa, conforme a la ley de Ferguson (Niall), que dice que es un punto de inflexión muy jodido. Si hay una recesión, la tasa de interés debe bajar, y eso ayudaría tanto al sector privado, pero sobre todo al Gobierno estadounidense, que tendría un alivio en el servicio de su deuda.
Estamos delante de cambios tectónicos en el planeta, como dije en todo lo anterior. Y el Paraguay, que comete errores garrafales en sus relaciones internacionales, no pudiendo ni poner a su canciller en la jefatura de la OEA, con este gobierno, que tenía como misión levantar las sanciones a su ex presidente, no está preparado para lo que está en el porvenir. Saludos cordiales.