El político, de 44 años y principal enemigo del mandatario ruso, fue interceptado por agentes de la Policía en el control de pasaportes del aeropuerto Sheremétievo de Moscú, que impidieron que le acompañara su abogado, de acuerdo con su portavoz, Kira Yarmysh.
FELIZ DE REGRESAR A RUSIA
“Puedo decirles que estoy completamente feliz de haber regresado y que es mi mejor día en los últimos cinco meses”, dijo Navalni con una imagen del Kremlin como fondo momentos antes de ser detenido.
“Esta es mi casa. Todos me preguntan si tengo miedo. No tengo miedo. Voy al control de pasaporte completamente tranquilo”, afirmó Navalni, contra quien el Servicio Federal Penitenciario (SFP) de Rusia, había emitido una orden de busca y captura.
El SFP acusa a Navalni de incumplir las condiciones de una pena de cárcel suspendida de 3,5 años dictada contra él en 2014 y ha pedido a la Justicia que ordene su ingreso en prisión.
El opositor, subrayó el SFP en un comunicado, “estará detenido hasta que resuelva la Justicia”.
EL ÚNICO ADVERSARIO DE PUTIN
“A Alexéi intentaron matarlo. No pudieron y ahora tratan de encarcelarlo por una condena que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró ilegal”, escribió en Twitter Yarmysh.
“Todos entendemos que Putin tiene un solo adversario: Navalni. Y ahora vemos cómo él trata de acabar con Alexéi ante nuestros ojos”, añadió la portavoz, quien viajó con el activista anticorrupción y la esposa de éste, Yulia, de Berlín a Moscú.
“Alexéi no tiene miedo, yo no tengo miedo y vosotros no tengáis miedo”, dijo a su vez la esposa de Navalni al salir del aeropuerto, donde decenas de personas corearon su nombre.
CAMBIO DE ITINERARIO A ÚLTIMA HORA
El vuelo DP936 de la compañía aérea Pobeda en el que regresó Navalni debía aterrizar en el aeropuerto de Vnúkovo, donde lo esperaban decenas de periodistas y partidarios, pero a última hora fue derivado “por causas técnicas” al aeródromo de Sheremétievo.
La dirección de Vnúkovo y la Fiscalía ya habían advertido de que impedirían “eventos masivos” y la actividad de los medios de comunicación debido a la pandemia del coronavirus.
De hecho, más de medio centenar de personas fueron detenidas, algunas de ellas con el uso de violencia, en el aeropuerto.
Entre los detenidos había varios periodistas y también aliados cercanos del político como Liubov Sóbol, jurista del Fondo de Lucha contra la Corrupción fundado por el líder opositor y otros socios como Ruslán Shaveddínov y Konstantín Kótov.
En medio del fuerte dispositivo de seguridad, Nikolai, de 35 años, dijo a Efe que “Navalni es la única esperanza, que habíamos perdido, y nos asustamos todos, todos nosotros”.
Alina, una profesora de pintura, expresó por su parte su admiración por la valentía de Navalni.
“Admiramos su valor y coraje y queremos que todos vean que él tiene muchos partidarios y todos nosotros lo esperamos. Yo considero que él hace lo correcto. Creo que depende de nosotros lo que suceda, el pueblo debe apoyarlo, salir a protegerlo”, enfatizó.
PRESO DE CONCIENCIA
Nada más conocerse la detención de Navalni, Amnistía Internacional (AI) exigió la liberación del abogado de profesión, al que llamó “preso de conciencia”, en tanto que los tres países bálticos, Lituania, Letonia y Estonia, pidieron a la Unión Europea (UE) “medidas restrictivas” contra Rusia.
También el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se sumó a la demandas de libertad inmediata para Navalni, al igual que el alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, quien escribió en un tuit que “las autoridades rusas deben respetar lo derechos de Alexéi Navalni y ponerlo en libertad de inmediato”. “La politización de la Justicia es inaceptable”, añadió.
EL KREMLIN GUARDA SILENCIO
Mientras, el Kremlin dijo no saber nada de la detención de Navalni, quien había prometido en su vuelo a Rusia seguir revelando casos de corrupción que incomoden a las más altas esferas.
“Perdón. ¿Fue detenido en Alemania? No estoy al tanto”, sostuvo el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, citado por el medio digital Podiom.
Desde el momento en que Navalni anunció su regreso, el miércoles pasado, el Kremlin mantiene un hermético silencio, fiel a su política de ignorar totalmente al líder opositor, al que evita por todos los medios llamar por su nombre cuando se le pregunta por él.
“El personaje del que habla”, “el paciente berlinés”, son algunos de los apelativos que emplean Putin y su portavoz para referirse a Navalni.