Se trata de Santiago Aquino, de 23 años, estudiante de segundo año de la carrera de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).
El joven logró materializar una idea que surgió de una conversación entre compañeros de estudio: la conversión de autos a combustión a vehículos eléctricos.
Para lograr ese objetivo, Santiago trabajó por un Volkswagen Fusca del año 1983, popularmente conocido como escarabajo. Sin embargo, la tarea de convertirlo en un auto eléctrico no le resultó sencilla.
“La verdad que no conocía la conversión de vehículos eléctricos; entonces, investigué a través de internet, preguntando a gente del exterior que ya tuvo su experiencia, y por ahí encontré un curso online en Uruguay. Ahí aprendí muchísimo”, recordó a Última Hora.
El joven comentó que el Fusca no se encontraba en buenas condiciones, tanto interior como exterior cuando decidió realizar la conversión. Por ello, tuvo que llevarlo primero a un taller por varios meses y luego inició con los trabajos eléctricos.
“La conversión iniciamos en diciembre del año 2018 y terminamos en marzo del 2019. Luego se hicieron muchas pruebas para poder comprobar que todo estaba bien y hoy tenemos la ventaja de que este vehículo no contamina más. No hace ningún ruido y se ahorra en mantenimiento”, refirió con orgullo por el trabajo realizado.
Las características del Fusca eléctrico
El antiguo escarabajo ahora cuenta con un motor trifásico de inducción de 72 voltios y 38 HP de potencia, seis baterías que proporcionan la tracción para el vehículo y una caja de cuatro velocidades.
No cuenta con embrague debido a que el sistema eléctrico funciona de manera similar a la de una caja automática, según explicó.
Tiene instalado un amperímetro, un indicador de carga y descarga de batería y cuenta con una autonomía de 60 kilómetros en ruta y 40 kilómetros en ciudad.
La carga de la batería se realiza a través de un tomacorriente convencional, tampoco necesita de una estación de carga especializada como otros vehículos eléctricos. Su recarga supone un costo de G. 3.000 por día en el consumo eléctrico.
La inversión total que requirió llevar adelante el proyecto fue de más de G. 35 millones, entre los materiales, readecuación y remodelación del vehículo.
¿Cuál fue el objetivo principal del proyecto?
“Demostrarle a la gente que puede convertir sus vehículos a eléctricos, darle una nueva vida, por ejemplo, hay vehículos que están con problemas de motor o vehículos que son antiguos y se pueden restaurar. Se puede volver a utilizarlos haciendo que no contaminen el ambiente”, sugirió.
Incluso, recomendó que las empresas de logística puedan optar por este tipo de sistemas, ya que no se requiere de mayores gastos en cuanto a mantenimientos, gasolinas y se puede lograr que los móviles sean amigables con el medioambiente.
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“Hay que recalcar que en Paraguay estamos comenzando recién en lo que serían los vehículos eléctricos y hay que apoyar, que esto vaya creciendo porque tenemos mucho potencial en lo que sería la parte energética para la demanda de los vehículos”, consideró.
También refirió que en la mayoría de los países, las personas deciden convertir los autos antiguos como el Fusca, ya que los materiales que se necesitan conllevan un menor costo operativo.
Boby, el escarabajo eléctrico
Santiago dijo que se siente muy feliz y orgulloso de su hazaña, ya que le llevó mucho tiempo de esfuerzo, trabajo y dedicación. Bautizó al móvil con el nombre de Boby. Señaló que su proyecto no hubiera sido posible sin la ayuda de su familia y la familia Bogado Román.
Para quienes estén interesados en asesorarse o trabajar sobre la conversión del vehículo, el correo electrónico del estudiante es santiagoaquinosilva@gmail.com