Así lo informa este martes el Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador (Inabio), participante en la investigación junto a la Pontificia Universidad Javierana de Colombia, Andean Bear Foundation y la Universidad Crookston de Minesota (Estados Unidos).
Los investigadores analizaron seis genes mitocondriales y siete microsatélites de ADN nuclear de 108 especímenes de osos andinos, también conocidos como “de anteojos” muestreados en todo Ecuador.
Adoptaron tres estrategias para analizar los datos: por provincia, por región (norte o sur) y por cordillera.
Entre los resultados del estudio se comprobó que los niveles de diversidad genética mitocondrial fueron elevados, aunque no hubo diferencias en la diversidad genética por provincia o cordillera.
Sin embargo, por regiones en el sur ecuatoriano se dieron mayores niveles de diversidad genética respecto al norte del país andino.
Por otra parte, se evidenció de forma “clara y significativa” la expansión de la población femenina en la muestra general, por provincia, región y cordillera.
La investigación determinó que esta expansión ocurrió en el intervalo de tiempo entre 30.000 y 20.000 años atrás, durante la última fase del Pleistoceno.
Asimismo, se detectó una disminución de la población ocurrida más recientemente, en los últimos 5.000 años, y que continuó hasta aproximadamente hasta hace de 300 a 200 años, cuando se produjo nuevamente un aumento poblacional.
Pero una de las principales conclusiones es que no habría una huella genética espacial significativa para el oso andino en Ecuador, según los análisis de diferenciación genética.
Este hecho muestra que las cordilleras andinas en este país no presentaron un obstáculo para la dispersión de la especie y que por ende, “todos los especímenes de osos andinos en Ecuador deben tratarse como una unidad de manejo única para fines de conservación”.
La degradación y fragmentación del hábitat, la caza, el conflicto con ganaderos y la construcción de carreteras en Ecuador son las principales amenazas al oso andino, uno de los principales carnívoros en la cordillera andina y único en Sudamérica.
Inabio recuerda que se trata de una especie carismática y emblemática porque su conservación tiene un impacto positivo en la conservación de muchas otras especies en los Andes.