09 oct. 2024

El país del eterno andar en círculo

Un ex director de este diario nos comentó una vez algo que para él resultó un alarmante descubrimiento: Al revisar la tapa de periódicos de años anteriores, halló que muchos temas recurrentes que se repetían años atrás, seguían apareciendo en portada de las ediciones actuales, como si en el país no cambiara nada. Su conclusión fue que se podría reimprimir la tapa de un diario de cualquier año atrás, simplemente actualizando la fecha.

“Calvario de asegurados en IPS”; “Faltan medicamentos básicos en la Previsional”; “Ministerio de Trabajo no cuenta con suficientes inspectores para fiscalizar empresas”; “Nuevo gobierno llena instituciones de operadores políticos”; “Senadores y diputados se autoasignan millonarios aumentos”; “Niños dan clase bajo árbol”; “Merienda escolar en mal estado”; “Veredas y calles de Asunción en pésimo estado”; “Baches provocan grave accidente” “Presupuesto de Municipalidad X prácticamente es solo para cubrir salarios”; “En Caacupé obispos critican insensibilidad de la clase política y corrupción imperante”; “Rabona en Diputados y Senado”; “Médicos y enfermeras de Clínicas marchan por mejor presupuesto para el hospital de los pobres” “Recursos de hospital de Itauguá no alcanzan para mantenimiento” “Accidentados en moto insumen casi totalidad del presupuesto de Emergencias Médicas”; “Preocupa bajo rendimiento de niños paraguayos en matemática y castellano”; “El Mercado 4 es una bomba de tiempo”; “Otro caso de sicariato en Pedro Juan Caballero” “El crimen organizado avanza en el país”; “Alto porcentaje de aplazados en concurso de maestros”, “Considerable aumento de consumo de drogas y limitada capacidad del servicio público para tratamiento de adicciones”; “Asaltantes resultaron ser policías” “Alarmante aumento de casos de feminicidio”, “Cae fiscal al momento de cobrar coima”, “Violento desalojo de comunidad indígena”; “Ofrecen G. 200.000 por voto” etc.

Es como si anduviéramos eternamente girando sobre los mismos problemas. Los mismos temas aparecen cíclicamente. Algunos cada vez más agudizados, complejizados y agravados porque evidentemente no se han tratado desde las causas o no ha habido interés de ocuparse siquiera de ellos. Las autoridades priorizan el presupuesto para su conveniencia personal, crean cargos para seguir sumando funcionarios a un Estado cada vez más gordo, sin que esto se traduzca en eficiencias o mejoramiento de la calidad de vida. En ese permanente girar en círculos también se da el votar por la misma gente que luego coloca a su parentela, amistades y amantes en los puestos que inventan en la función pública.

En cada elección se activa esa suerte de síndrome de Estocolmo. La gente se vuelca a votar por quienes le secuestran el futuro, la aplasta y condena a padecer todo tipo de atropellos a sus derechos y dignidad. Y como consecuencia de este enfermizo fenómeno, se tiene a una sociedad acostumbrada a no esperar nada mejor ni nada bueno con cada cambio de gobierno. Y es que no ha conocido otros beneficios ni ha sido testigo de cambios estructurales y rotundos, sino un estilo de vida en el que el camino para triunfar pasa por tener contactos o amigos en el poder de turno. Y ya está. El esquema es el mismo de siempre. Los problemas también, aunque más graves; y los responsables de que ello ocurra siguen cada vez más ricos y prepotentes. Mientras, esa gran mayoría que vive castigada por un inhumano transporte público, un sistema de salud pésimo, una educación que no ayuda a pensar, condiciones laborales precarias, y una inseguridad criminal, es la que padece todos los males.

Aquel director de periódico tenía razón: Las portadas de los diarios se hacen eco de los abusos, injusticias y hechos de corrupción, pero estos ya resultan tan familiares, tan asumidos por gran parte de la sociedad, que esta parece convencida de que en este país no es posible aspirar a otro destino más que al infortunio.

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