15 ene. 2025

El país donde Dios aconseja a narcos y Harvard es universidad garaje

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No podía ser de otra manera en el país de la corrupción y el crimen organizado. Donde las reglas las imponen las mafias y el color del dinero, sin importar las consecuencias para la sociedad ni para la imagen del país. Donde los representantes políticos pretenden maquillar sus decisiones para que sus aportantes de campaña sigan ganando más dinero y destruyendo a su paso la débil institucionalidad, mientras engañan a la gente con hipocresías seudo religiosas.

La semana empezó con una noticia impactante y triste por lo inmoral: Jorge Bogarín, el declarado significativamente corrupto e investigado por irregularidades en su declaración jurada y su cuestionado rol en el Jurado de Magistrados, de donde se vio obligado a renunciar, fue elegido como padrino de la promoción 2022 de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNA. Embutido en la toga negra y luciendo el rojo birrete de graduación, entregaba títulos a unos jóvenes licenciados que han perdido totalmente la brújula ética, en un decadente espectáculo que vaticina el tipo de sociedad al que aspiran.

También lo dejaron muy claro el cartismo y sus satélites del Senado cuando archivaron el intento de inhabilitar por cinco años nuevas carreras de Medicina. No importaron las calificadas opiniones del Ministerio de Salud, del prestigioso círculo de Médicos y otros sectores que solicitaron la medida de emergencia a los efectos de resolver un grave problema del que se viene alertando hace más de una década.

Las opiniones científicas y éticas cayeron al vacío ante la argumentación de quienes justifican la continuidad de un sistema educativo que hace aguas, pero da riqueza. Para justificar su posición, alegaron que la presencia de 45 mil estudiantes brasileños en las fronteras generan 650 millones de dólares anuales al país. Gustavo Leite prefirió mirar el dedo, cuando Blanca Ovelar apuntaba a la luna, y citó como chivos expiatorios al Cones y la Aneaes, que si bien tienen responsabilidad en la catástrofe educativa, esta decisión implicaba un punto de inflexión para corregir la escandalosa situación y ajustar los roles de las instituciones involucradas. Para rematar su posición, Leite dijo, en tono solemne, que si se aprueba la ley evitaría, por ejemplo, que la prestigiosa Universidad de Harvard se instale en Paraguay.

La victoria del cartismo no sería total sino que tuviese el apoyo de algunos liberales como Pakova Ledesma y Líder Amarilla. Solo faltaron dos votos para aprobar el proyecto de Blanca Ovelar, pero la “oportuna” abstención del liberal Éver Villalba y los liberocartistas Dionisio Amarilla y Sergio Rojas, permitieron la barbarie educativa.

El carnaval de las universidades garaje, el lavado de dinero y la estafa a estudiantes y futuros pacientes/víctimas continuará sin las mínimas reglas.

DIOS ES MI PASTOR. Para sumar hechos a la decadencia política, se dio la sorpresiva entrega del supuesto narco pastor, José Insfrán, investigado en el caso A Ultranza. El jueves apareció en el Ministerio Público, tras estar prófugo dos años, haciendo sorprendentes declaraciones que iban del delirio místico a acusaciones y exculpaciones a políticos del Partido Colorado. Muy locuaz y dispuesto a hablar con cuanto periodista le pidiera, contó que se entregó porque habló con Dios y que este le dijo “vamos a presentarnos”. Y así lo hizo. Fue con el mismísimo Dios como compañero y consejero a someterse a la Justicia, a la que amenazó con citas bíblicas.

El pastor, investigado por lavado de dinero y asociación criminal, es hermano de Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico, considerado líder de la asociación criminal. Está preso y últimamente fue mencionado como instigador del asesinato del fiscal Marcelo Pecci.

El Clan Insfrán resume la conexión entre el crimen organizado, la política y ciertas iglesias evangélicas.

Esta sorpresiva entrega genera inquietud en las filas coloradas. Cada sector antagónico pretende que el pastor implique a su adversario. Por de pronto, Insfrán responsabilizó de su caída al actual ministro cartista de Deportes, Tigre Ramírez, por una supuesta disputa por la rentabilidad de su templo en Canindeyú. También reveló que el entonces vicepresidente Hugo Velázquez le ofreció la candidatura a gobernador, y que por “instrucciones divinas”, visitó al diputado Pedro Alliana en 2021. Entonces, “Dios me mandó junto al (actual) vicepresidente de la República, a decirle qué era sus intenciones políticas y él me dijo: Lo máximo que puedo llegar es senador. Entonces Dios le dijo: Yo necesito que hagas esto por el Paraguay y yo te voy a poner en la línea presidencial y te voy a hacer ganar, le dijo”.

Para cerrar la agitada semana, desde Bolivia llegaron mensajes inquietantes. El ministro Eduardo Del Castillo presentó la captura de un chat que atribuye al ministro de Justicia, Ángel Barchini, en el que supuestamente coordina una ayuda para el presunto narcotraficante Sebastián Marset, cuando era embajador en Qatar. Barchini, quien vive agitado por la crisis penitenciaria, nuevamente tuvo que salir a negar vínculos con el glamoroso narco uruguayo, también investigado por el caso A Ultranza junto al Clan Insfrán.

Estos sucesos son espasmos institucionales cuyas sacudidas muestran un país manejado por grupos de políticos corruptos, empresarios venales, jueces y fiscales sobornables que ya ni siquiera tienen la vergüenza de actuar en las sombras. Son los que blasfeman y convierten a Dios en cómplice de sus oscuros negocios, los embusteros que pretenden hacer creer que prestigiosas universidades vendrían a Paraguay por sus exiguos controles y bajos impuestos, los eternos estafadores de la confianza ciudadana.

Tanto es el tiempo en el que conviven en la obscenidad pública, que creen, erróneamente, que todos aspiran esa impúdica forma de vida.

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