En un conmovedor artículo en The Player’s Tribune, el estadounidense relata la razón que motivó su renuncia al “mayor partido” de su vida: “cuarta ronda del Abierto de los Estados Unidos, en el día del cumpleaños de mi padre, en el estadio Arthur Ashe, televisado por CBS, contra Roger Federer”.
“Estoy a horas de jugar contra el mejor de todos los tiempos, con la posibilidad de conseguir el mejor resultado de mi vida, en mi torneo favorito. Estoy a horas de jugar el partido por el que todos trabajamos, por el que nos sacrificamos, y no puedo hacerlo. Literalmente, no puedo hacerlo”, recuerda el ya extenista, de 33 años.
Acompañado de su mujer y de camino a Flushing Meadows, a Mardy Fish le paralizó un ataque de pánico. “Me estoy volviendo loco. Mi esposa está preguntándome: '¿Qué puedo hacer? ¿Cómo podemos hacer que esto mejore?’. Y le cuento la verdad: ‘La única cosa que puede hacerme sentir mejor ahora mismo es la idea de no jugar este partido’”, expuso.
Cuando el ránking de la ATP le situaba entre los ocho mejores jugadores del circuito masculino, Mardy Fish encontró una barrera infranqueable: un desorden de ansiedad.
Desde ese incidente que precipitó su incomparecencia en el choque que debía medirle a Federer, el jugador de Minnesota apenas disputó quince partidos: nueve en 2013 y seis en 2015.
Reapareció el pasado marzo en Indian Wells y compitió en los meses de julio y agosto en Atlanta y Cincinatti antes de despedirse de la competición en Nueva York.
En un episodio ocurrido en 2009 encontró Fish el origen de su trastorno.
“Tenía 27 años y hasta allí había tenido una bonita carrera. Podía estar orgulloso de ella: había ganado la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2004, había obtenido buenos resultados en algunos Grand Slams, había visto el mundo, hecho una buena vida. Pero nada era sostenido”, recalcó.
La ambición de consolidarse en las primeras posiciones le llevó a cambiar sus hábitos alimenticios y redujo su peso. “Era ahora o nunca”, apuntó.
En 2010 y 2011 disfrutó de grandes momentos dentro de una cancha de tenis, desbancó a Andy Roddick como el más destacado de su país y alcanzó en top-10.
“En 2012 era el octavo del mundo. Eso era todo para lo que había trabajado. Ya no era un muchacho más en el circuito. Estaba en la elite”, subrayó.
Si la ambición le había llevado hasta allí, la insatisfacción de considerar el octavo puesto insuficiente marcó el inicio de sus ataques de pánico.
“Eso que había servido tanto cuando tenía veinte tipos delante, se volvió algo estresante y después destructivo, creo, cuando el número se redujo a siete. La idea de que no era lo suficientemente bueno fue muy poderosa. Lo peor es que se transformó en un interruptor muy difícil de apagar. Era un arma de doble filo: aunque sabía que me estaba yendo mejor, no era capaz de decírmelo a mí mismo y sólo pensaba en que me fuera aún mejor”, aseguró.
El corazón de Mardy Fish respondió a esta situación con arritmias. “Se volvió loco y no era capaz de pararlo”, lamentó.
A finales de 2012 se sometió a una intervención quirúrgica, pero en su regreso los nervios no desaparecieron.
“Tenía problemas para conseguir el sueño. No podía dormir solo. Tuve que llevar a mi esposa conmigo, a todos lados, siempre. Tenía que tener a alguien en el cuarto siempre. Era un tipo que amaba estar solo, viajar solo, esa soledad. Me traía paz apagar el celular y pasar un largo vuelo. Pero ya no podía viajar solo”, comentó.
Con un trauma que condicionó su vida, Fish reclamó que en el momento de su retirada la suya no fuera descrita como una historia de deporte.
“Y es importante que mi historia no tenga un vocabulario deportivo. Esta es una historia de vida. Esta es una historia que habla sobre cómo un problema mental alejó el trabajo de mí. Y sobre cómo, tres años después, estoy haciendo este trabajo de nuevo, y haciéndolo bien”, añadió.
“Esta es una historia sobre cómo, con una correcta educación, conversación y tratamiento, las cosas que una enfermedad mental te quita, se pueden recuperar”, sentenció antes de saber que el duelo con el español Feliciano López (2-6, 6-3, 1-6, 7-5 y 6-3) sería su último partido como profesional.