En marzo del 2018, el papa Francisco firmó el decreto que reconocía el milagro atribuido a Chiquitunga, dando así el paso al proceso de beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado.
Para el 23 de junio de ese mismo año, tras una emotiva celebración que llenó de júbilo a miles de fieles, Paraguay tuvo a su primera beata.
“Eso va a quedar para siempre en nuestra memoria”, afirmó en NPY el fray Blas Antonio desde la capilla de las Carmelitas Descalzas de Asunción.
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El sacerdote recordó que el Pontífice argentino fue quien aprobó el milagro atribuido a Chiquitunga y “sobre su papado está ese evento histórico para nuestra Iglesia Católica”, expresó en referencia a la beatificación.
Describió, asimismo, que el nexo del papa Francisco con la tierra guaraní “viene de muy largo tiempo”, cuando en su juventud conoció a una “paraguaya idealista”, a Esther Ballestrino, una activista social exiliada en esos años en Argentina y una de las fundadoras de la asociación de Madres de Plaza de Mayo, a quien apreciaba mucho.
“El papa Francisco tiene mucha importancia para nosotros, los paraguayos. Siempre demostró y expresó su afecto hacia todos nosotros”, remarcó.
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El fray Blas Antonio explicó que el papa Francisco comprendió la idiosincrasia de los paraguayos, especialmente a través de la mujer paraguaya, a quien el Sumo Pontífice describió como “la más gloriosa de América”.
“El Papa conoce mucho a los paraguayos, tuvo mucho contacto con las mujeres paraguayas y me parece que para él es fácil sacar la ficha a Chiquitunga. Chiquitunga es muy paraguaya”, acotó.
De acuerdo con el fray, el papa Francisco sintió una profunda admiración por la beata paraguaya por su entrega, su generosidad, ímpetu, entusiasmo y valentía.
El modo de vivir de Chiquitunga se vincula con la visión del Papa “de una Iglesia en salida” antes que aislada para evitar fallos, según el fray.
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"(Francisco) nos decía en los primeros tiempos su papado: ‘Prefiero una Iglesia accidentada por intentar’. Y Chiquitunga fue una mujer que arriesgó, que salió", destacó.
“Ahora nosotros, como paraguayos, como católicos, nos toca rezar por él por su eterno descanso, pero con una enorme gratitud también a Dios, a Jesús, por habernos regalado un pastor tan cercano”, subrayó.