Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Jorge Bergoglio tenía solo 17 años de edad cuando entró a trabajar en los laboratorios Hicketer Bachman de Buenos Aires, en 1953.
Allí conoció a la doctora bioquímica Esther Ballestrino, que aunque nació en Uruguay en 1918, se reivindicaba como de nacionalidad paraguaya, ya que toda su familia se mudó aquí durante la mayor parte de su niñez y juventud, hasta que tuvieron que marchar al exilio a la Argentina durante la dictadura del general Higinio Morínigo.
El actual papa Francisco recuerda siempre con gran afecto y admiración a “la paraguaya Esther”, a quien considera no solo su primera jefa, sino también su maestra en cuestiones humanas y políticas.
Casada con el dirigente febrerista paraguayo Raymundo Careaga, Esther primero fue una activa militante por los derechos humanos y especialmente por los derechos de las mujeres, desde el Partido Revolucionario Febrerista (PRF) y desde el Movimiento Femenino del Paraguay, que ella fundó y de la cual fue su primera secretaria general.
En Argentina, Esther fue fundadora de la organización Madres de Plaza de Mayo, desde que los militares secuestraron primero a su yerno Manuel Carlos Cuevas en 1976 y un año después a su propia hija, Ana María Careaga, quien fue liberada cuatro meses después, luego de haber sido salvajemente torturada en un centro clandestino de detención.
Finalmente, la propia Esther fue detenida y “desaparecida” el 8 de diciembre de 1977, junto a otras madres y dos religiosas francesas. Su cadáver fue rescatado del agua y enterrado como N.N., hasta que su identidad pudo ser reconocida recién en 2005.
Las tres hijas de Esther mantuvieron siempre contacto con Jorge Bergoglio y él ha querido que ellas estén presentes durante su visita al Paraguay.
Para ello, dos de las tres hijas (Ana María y Mabel) viajaron al Paraguay desde la Argentina y el Papa las recibirá el sábado, en una audiencia especial fuera del programa oficial, en la sede de la Nunciatura de Asunción. La tercera de las hijas, Esther, vive en Suiza y no podrá llegar a tiempo.
La carta del Papa a las hijas de Esther
En una emotiva carta que el papa Francisco escribió a las tres hijas el pasado 19 de noviembre de 2014, en vísperas del aniversario de la desaparición de Esther, el Pontífice destaca lo que para él significó la figura de la gran luchadora paraguaya.
“Queridas Esther, Mabel y Ana María: Gracias por el correo que me hicieron llegar el pasado 12. ¡Me trajo tantos recuerdos...! Incluso, la imagen de la doctora Forero, preparando las inyecciones para tu mamá cuando estaba embarazada de vos, Esthercita. Y después las otras dos, y Raimundo, y la abuela, y la casa de Hamburgo... Y, en el centro de los recuerdos, la mamá de ustedes”, les escribió el Papa.
"¡Ya van años de su secuestro y desaparición! El próximo 8 de diciembre estaré espiritualmente junto a ustedes. Es mucho el bien que me hizo tu mamá”, destaca el Pontífice.
En detalles más precisos, Jorge Bergoglio señala: “Me enseñó a trabajar con exactitud en los análisis químicos; me tenía paciencia. Pero sobre todo provocó en mí la curiosidad por la política mundial. Me prestaba libros y me clarificaba las situaciones complejas”.
“Recuerdo, como si fue ayer, el análisis geopolítico que me explicó cuando la ejecución de los esposos Rosemberg. Una cosa que siempre admiré es que me permitía disentir, respetaba otro punto de vista”, indica en otro pasaje de la carta.
“Siento la gratitud para con ella. La última vez que la vi fue en el casamiento de Liebert con René: yo ya era cura, y conversamos un buen rato. Recé y rezo por ella, y pido al Señor le retribuya todo el bien que me hizo, especialmente en su lucha por la justicia”, enfatiza.
“Gracias por recordarme la fecha. Rezo por Ustedes y, por favor, les pido que lo hagan por mí. Que Jesús las bendiga y la Virgen Santa las cuide. Afectuosamente, Francisco”, concluye la carta escrita por el Papa a las hijas de Esther, que ellas guardan celosamente como un preciado tesoro. Solo aguardan el momento de poder entrevistarse personalmente y abrazar a quien fuera gran amigo de su madre, hoy presente en la patria que también fue de ella, por cuya libertad luchó y entregó sus mejores sentimientos.