“Estoy cerca del querido pueblo cubano en estos momentos difíciles, en particular a las familias, que mayormente sufren. Rezo al Señor para que ayude a construir en paz, diálogo y solidaridad una sociedad cada vez más justa y fraterna”, dijo el pontífice sobre la situación en Cuba.
El papa Francisco, que salió el pasado miércoles del hospital tras pasar ingresado 10 días por una operación de colon, se refirió así brevemente a las protestas multitudinarias que se han producido en Cuba por la situación económica y por la pandemia, entre otras causas.
La referencia a Cuba fue recibida por aplausos por los fieles y peregrinos que escuchaban sus palabras desde la plaza de San Pedro, algunos con banderas cubanas.
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El Papa invitó a los cubanos a encomendarse a la patrona de la isla, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. “Ella les acompañará en este camino”, prometió.
Cuba vivió la protesta antigubernamental más grande desde el llamado “maleconazo”, cuando en agosto de 1994, en pleno “periodo especial”, cientos de personas salieron a las calles de La Habana y no se retiraron hasta que llegó el entonces líder Fidel Castro.
Las protestas actuales, reprimidas por el Gobierno, se produjeron en medio de una grave crisis económica y sanitaria, con la pandemia fuera de control y una fuerte escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos, además de largos cortes de electricidad.
Las manifestaciones se saldaron con numerosas detenciones, que podrían ser centenares según los cálculos de activistas y organizaciones de derechos humanos, pues no hay cifras oficiales sobre los arrestados.
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Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia, visitó Cuba en 2015, etapa de un viaje que le llevó también a Estados Unidos, y entonces se reunió con Fidel Castro en su domicilio de La Habana, meses antes de que muriera en 2016.
El papa sigue la situación en Cuba y así lo demostró mediando discretamente en el histórico acercamiento entre la isla y Estados Unidos en 2014, algo que agradecieron los dirigentes de entonces, tanto Raúl Castro como el presidente estadounidense Barack Obama.
Este último, de hecho, confesó la implicación “personal” del papa Francisco en el proceso de negociaciones entre su país y Cuba para iniciar una normalización de las relaciones diplomáticas bilaterales.