La reflexión está contenida en su tercera encíclica, publicada este domingo, Fratelli tutti (Hermanos todos).
Asimismo, en este documento, el pontífice argentino urge a una reforma “tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones”.
La tercera encíclica del Papa, que lleva el título de una frase de San Francisco de Asís se publicó este domingo y el pontífice la escribió como una respuesta “para quienes quieren construir un mundo más justo y fraterno en sus relaciones cotidianas, en la vida social, en la política y en las instituciones”.
Mientras escribía el documento, explica el Papa, irrumpió la pandemia del coronavirus y esto “ha servido para demostrar que “nadie se salva solo” y que ha llegado el momento de “ser como una única humanidad en la que somos todos hermanos”.
Una parte del séptimo capítulo de este extenso documento se detiene en la guerra que dice “no es un fantasma del pasado” sino “una amenaza constante” y representa la “negación de todos los derechos”, “un fracaso de la política y de la humanidad”, “una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal”.
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Advierte que “se están creando nuevamente las condiciones para la proliferación de guerras” y que “si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y los pueblos”.
Francisco recuerda que “el catecismo de la Iglesia Católica habla de la posibilidad de una legítima defensa mediante la fuerza militar, que supone demostrar que se den algunas condiciones rigurosas de legitimidad moral”.
Pero apunta que “fácilmente se cae en una interpretación demasiado amplia de este posible derecho”.
Añade que “a partir del desarrollo de las armas nucleares, químicas y biológicas, y de las enormes y crecientes posibilidades que brindan las nuevas tecnologías, se dio a la guerra un poder destructivo fuera de control”. Y entonces, a pesar de lo escrito en el catecismo, afirma que “ya no podemos pensar en la guerra como solución, debido a que los riesgos probablemente siempre serán superiores a la hipotética utilidad que se le atribuya”.
“Ante esta realidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa”. ¡Nunca más la guerra!”, señala.
El Papa también pide la creación “de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”.
Y entre ellas, recuerda la necesaria una reforma de la Organización de las Naciones Unidas, “así como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones”. Es decir que “se eviten que se trate de una autoridad cooptada por unos pocos países, y que a su vez impidan imposiciones culturales o el menoscabo de las libertades básicas de las naciones más débiles a causa de diferencias ideológicas”.
“Es necesario evitar que esta Organización sea deslegitimizada, porque sus problemas o deficiencias pueden ser afrontados y resueltos conjuntamente”, añade.