“Es un poco rara esta oración del Ángelus con el Papa enjaulado en la biblioteca, pero yo os veo y os soy cercano”, dijo Francisco sentado en el centro de la sala donde normalmente recibe a los jefes de Estado.
Francisco apareció con buen aspecto después del fuerte resfriado que le obligó a cancelar algunas audiencias y los ejercicios espirituales. Pero la decisión de que el Ángelus fuese emitido en streaming fue para “evitar las congregaciones de personas, lo que puede transmitir el virus”.
Italia ha suspendido todos los eventos y manifestaciones públicas para intentar limitar la difusión del virus que ha causado ya 233 fallecidos y 5.061 infectados. También un caso positivo se ha detectado en la Ciudad del Vaticano.
En la Plaza de San Pedro esta vez había solo cientos de turistas que fueron para escuchar al Papa en las pantallas gigantes que fueron colocadas en la plaza. Mientras que cada domingo el lugar suele estar abarrotado de personas que van a ver al Pontífice.
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Por el contrario, miles de personas esperaban en una larga fila su turno, hasta 45 minutos, para entrar en la Basílica de San Pedro, aunque con medidas de separación a la hora de pasar los controles policiales.
A pesar de la difusión del coronavirus, la tranquilidad reinaba en la plaza con turistas, familias con niños, ancianos y muy pocas personas que optaron por ponerse una mascarilla.
Marco y Janet, una pareja de turistas procedentes de Colombia y Ecuador, esperaban tranquilamente su turno “sin ningún miedo” por el coronavirus y con ganas de seguir su gira por Europa.
Mientras que un grupo de profesores y estudiantes latinoamericanos que han venido a un curso en Roma explicaban a EFE que, aunque sabían que el Papa no se asomaría a la ventana, han querido igualmente venir a rezar el Ángelus con él ante una de estas pantallas.
Algún que otro despistado, sobre todo turistas no italianos, esperaban mirando al tercer piso del palacio apostólico que se asomase el pontífice.
Al final de la oración, el Papa expresó su cercanía hacia aquellos en el mundo que están sufriendo la epidemia de coronavirus y con todos los que cuidan a estas personas.
“Me uno a mis hermanos obispos para alentar a los fieles a vivir este momento difícil con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el fervor de la caridad. El tiempo de Cuaresma nos ayuda a todos a dar un sentido evangélico también a este momento de prueba y dolor”, añadió.
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Francisco también saludó a un grupo de personas que acudieron a la plaza de San Pedro con una pancarta de solidaridad con la ciudad siria de Idlib.
“Renuevo mi gran aprensión, mi dolor por esta situación inhumana de estas personas indefensas, incluidos muchos niños, que arriesgan sus vidas”, dijo Francisco, que exhortó a “no apartar la vista de esta crisis humanitaria, sino darle prioridad respecto a cualquier otro interés”.
El Papa también quiso tras el rezo asomarse a la ventana durante algunos segundos para saludar a las personas que a pesar de todo se habían acercado a la plaza.
Con esta misma modalidad se celebrará la tradicional audiencia general del próximo miércoles y en las que normalmente se pueden congregar cerca de 25.000 fieles.