El Papa, que cada día parece más recuperado de sus problemas de salud, acudió inesperadamente ayer a la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde, en silla de ruedas y sin necesidad de oxígeno, saludó a los fieles en el inicio de la Semana Santa. “Buen Domingo de Ramos, buena Semana Santa”, dijo en el altar central de la plaza tras aparecer por sorpresa, aunque en realidad casi todo el mundo le esperaba, al término de la misa del Domingo de Ramos, que marca el comienzo de los ritos de uno de los momentos más importantes del catolicismo. Allí saludó al cardenal argentino Leonardo Sandri, en el que delegó la lectura de la homilía dada a la lenta recuperación de su voz, pero no quiso perderse el contacto con los fieles, que puede acabar por imponerse a las recomendaciones médicas en las próximas celebraciones litúrgicas. EFE