27 dic. 2024

El paraíso colorado

Brigitte Colmán – @lakolman

Argumento.  Pedro Alliana afirma que ya no hay tiempo para una convención colorada.

Argumento. Pedro Alliana afirma que ya no hay tiempo para una convención colorada.

En el paraíso colorado hay de todo, tía.

Con relativo poco esfuerzo se puede conseguir el puesto de planillero en alguna ignota oficina de un ministerio, pero con un mejor sponsor podés cumplir el sueño paraguayo de ser funcionario de una binacional y tener la vida asegurada por varias generaciones. A veces y solo para algunos cargos hacen gua’u concursos, pero es solo para darle un barniz de transparencia.

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También tenés la alternativa de ser proveedor del Estado, y sin dudas tu calidad de vida estará bien garantizada gracias a las millones de bendiciones que vas a recibir.

En el paraíso colorado hay niñeras de oro, y caseros de oro, prójimos que cuidan la quinta de un diputado, a quienes se les paga con nuestros impuestos; los caseros son condenados, a veces, pero el patrón siempre logra salvarse gracias a sus fueros y a las chicanas con las que marea a la Justicia.

Pero también hay croquetas de oro; y en el Congreso hay funcionarios que valen oro, literalmente, si tenemos en cuenta sus salarios; y hasta hay un ex contralor de la República que perdió su trabajo gracias a su secretaria de oro que trabajaba 27 horas al día, según las planillas. Solo marcaba asistencia y llegó a percibir más de G. 30 millones en un mes gracias a sus “horas extras”.

En la Universidad Nacional de Asunción una investigación de Última Hora, y que después motivó un verdadero estallido estudiantil, el ahora famoso #Unanotecalles, reveló la existencia de clanes enquistados en la UNA, una forma de nepotismo pocas veces vista, que se queda con los recursos que debían ser destinados a pagar bien a los profesores y a fomentar la investigación.

Una vez se llegó a encontrar combustible de oro en la policía, y en Educación los cocidos de oro tumbaron a una ministra; y hubo una vez una asesora del Tribunal Electoral que fue a pasear a una paradisiaca playa mientras decía estar trabajando y cobraba un lindo salario del Estado paraguayo.

En el paraíso no solo hay contrabando y exportación de carbón y coca; también suele haber asaltos de película, donde los delincuentes usan armas de grueso calibre, municiones, chalecos antibalas, fusiles antiaéreos, lanchas, clavos miguelito, dinamita en gel, granadas de mano, vehículos y francotiradores… casos en los que no se recupera ni la plata ni a los criminales. O a veces hay ajustes de cuentas en zonas de fronteras en los que se usan armas que ni el Ejército paraguayo tiene. Y ya que hablamos de las fuerzas de seguridad, ellas generan una sensación de algo totalmente opuesto, y son absolutamente incompetentes ante casos de secuestros de compatriotas; en el caso de la Fuerza de Tarea Conjunta no tiene resultados y el año pasado nos costó más de un millón de dólares al mes.

En ese paraíso podés encontrar de todo, tía, menos servicios públicos eficientes. Ya sabés, se corta el agua o la luz y pueden pasar horas, días, años, edades ciegas, siglos estelares como decía Neruda, y la respuesta del Gobierno colorado siempre será la misma: Falta inversión, no hay dinero, la única solución es abrirle las puertas al sector privado.

Claro, como el Estado es un gigante inútil y corrupto que no se anima a cobrar más impuestos a quienes más tienen, prefiere la opción de regalar la luz o el agua para que alguna empresa se termine convirtiendo en un Estado dentro del Estado, como ocurre con cierta empresa de telefonía de cuyo nombre no me quiero acordar.

No sería justo acabar esta diatriba sin mencionar a la casi inexistente y paliducha oposición, esa clase política que para nuestra desgracia, con demasiada frecuencia, termina jugando el mismo juego.

Este paraíso colorado no se construyó en un día, 70 años nos trajeron hasta aquí, a este momento exacto en el que una tormentita te deja sin luz por varios días. Porque hay de todo, tía, menos un Estado que cuida a sus ciudadanos.

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