El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, “ha sido informado y sabe que el Comando Espacial está literalmente rastreando estos restos de cohete”, dijo el portavoz del Pentágono, John Kirby.
China lanzó el jueves el primero de los tres elementos de su estación espacial, la CSS, que fue propulsado por un cohete Long March 5B. Es el cuerpo de este cohete el que aterrizará en los próximos días, y nadie sabe dónde.
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“Es casi el cuerpo del cohete, si entendí bien. Está casi intacto”, agregó, y detalló que el reingreso a la atmósfera está previsto “alrededor del sábado”.
Tras la separación del módulo espacial, el lanzador comenzó a orbitar el planeta en una trayectoria irregular, perdiendo altura lentamente, haciendo casi imposible cualquier predicción sobre su punto de entrada a la atmósfera, y por tanto de su punto de caída.
Es posible que se descomponga al entrar en la atmósfera, dejando solo escombros pequeños para chocar.
Y si permanece intacto, siendo el planeta un 70% de agua, hay una buena posibilidad de que el cohete caiga en el mar, aunque no es seguro. Podría estrellarse contra un área poblada o contra un barco.
Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que los desechos espaciales sean destruidos si áreas terrestres están en riesgo, el portavoz del Pentágono respondió que era “demasiado pronto” para decirlo.
“Lo estamos observando, lo estamos siguiendo tan de cerca como podemos”, dijo. “Pero es demasiado pronto para saber adónde irá y si hay algo que hacer”.
Esta no es la primera vez que China pierde el control de una nave espacial en su regreso a la Tierra. En abril de 2018, un laboratorio espacial Tiangong-1 se desintegró al reingresar a la atmósfera, dos años después de que dejara de funcionar. Las autoridades chinas negaron que el laboratorio estuviera fuera de control.
AFP