25 abr. 2025

El primer cuarto

Aquella sicosis colectiva y temores varios que reinaron en algunos círculos influenciados por la tecnología de entonces, finalmente se disipó durante el traspaso de fecha desde el 31 de diciembre de 1999 al 1 de enero del año 2000. No se produjo la catástrofe digital que impactaría en muchos aconteceres de la vida por el cambio de calendario y que se creía iba a generar caos en los procesos dependientes de los avanzados sistemas informáticos.

De eso han pasado 25 años, es decir que se cumple el primer cuarto de siglo de estos 2000, además de ser los primeros de un nuevo milenio plagado de distopías y transformaciones vertiginosas en la sociedad, en las relaciones interpersonales, en el ámbito físico con el cambio climático y en el pensamiento de la humanidad.

Asistimos al imperio de la inteligencia artificial, de las redes sociales que marcan la agenda de casi todo lo que se hace, de los fake news (noticias falsas) que pretenden imponer una sola verdad sectaria en detrimento de las disidencias, somos testigos de la desvirtuación de la realidad dependiendo de la arista con que se observe y del hedonismo rampante que nos proyecta como semidioses ante el entorno.

La hiperconexión mediante los sistemas de última generación avanza en dirección contraria de la comunicación humana y del interrelacionamiento, cada vez más escasos. El chat de WhatsApp reemplaza al diálogo real y los compartimientos estancos ganan terreno frente a los fraternales encuentros de amigos o seres queridos. Casi todo ya es a distancia y telemático.

La recurrencia de las guerras es otro de los elementos que acompañan el devenir del mundo, fortaleciendo corporaciones y destruyendo esperanzas de los más vulnerables, al tiempo de avanzar otra sicosis colectiva en torno a un escenario como el europeo, que se ve amenazado por inestabilidad de toda laya.

No es extraño, ya que en varios países del Viejo Continente se insista en los kits de supervivencia por 72 horas o hasta en búnkeres portátiles en caso de ataques o bombardeos. El marketing reacciona ante las circunstancias y brinda las soluciones a medida frente a la incertidumbre y a un futuro en el que aún no está nada asegurado, pero con temores crecientes por las locuras que poderosos líderes pueden llegar a gestar, ya que no se guardan de enviar señales amenazantes.

Mientras, en países periféricos como América Latina el biorritmo marca un acelerado crecimiento de las desigualdades, con franjas poblacionales sostenidas por debajo de la línea de pobreza y deuda pública que sigue acrecentándose, en la sempiterna dependencia de organismos multilaterales y sin posibilidad de industrializar y procesar las materias primas exportables con el fin de ganar mercados y crecer para alcanzar el verdadero desarrollo. Es decir, una zona sumida en permanentes utopías, como casi siempre.

Paraguay no está ajeno a los vendavales mundiales, con toques criollos y peculiaridades: Las reformas para alcanzar bienestar de la población no llegan en su entera magnitud y la riqueza sigue repartiéndose entre los círculos que ya están mejor, según promesa electoral de este gobierno, alejados de la problemática cotidiana padecida por las mayorías, que están signadas por el esquema de cómo llegar con vida a fin de mes, sorteando deudas y esquivando algún arma blanca de tortoleros en la calle.

Las inversiones en áreas fundamentales que brindarán a la gente mayor calidad de vida quedan –como siempre– postergadas y el círculo vicioso de la corrupción y de la impunidad catapulta a los privilegiados, en tanto que sumerge más a los vulnerables en el pozo de la desdicha.

Los desafíos conforme avanza la temporalidad y se va dejando en la memoria paulatinamente este primer cuarto de siglo, son cada vez más complejos, a medida que crecen las demandas y la sociedad retroalimenta su hastío frente a las injusticias y las permanentes crisis que se anidan en el imaginario colectivo.

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