Me llamo Elías Benjamín Mosqueira Álvarez, tengo 27 años, y me conocen en el mundo artístico como El Princi. Soy del barrio Ricardo Brugada, más conocido como La Chacarita.
Vengo de una familia en la que todos son personales de blanco, pasión que no compartí con ellos porque yo quería, en aquel entonces, ser futbolista, pero Dios tenía preparado algo distinto para mí y hoy vivo de lo que amo y me motiva que es la música, con la cual quiero dejar un gran legado: De la Chaca Pal Mundo.
El precio de la fama
A los 17 años decido independizarme, quería vivir solo y es ahí cuando cogí la calle y comenzaron los problemas. El proceso de sobrellevar la fama, las tentaciones, todo te regalan, desde drogas hasta mujeres. Ser famoso no es nada fácil. En ese tiempo ya me drogaba. Consumía cocaína y una pastilla fuertísima que se utilizaba para dormir, la cual me ayudaba a nivelar los efectos de la otra sustancia. Cuando sentía que estaba muy acelerado me metía un cuarto de esa pastilla para estar en estado normal de vuelta y después me volvía a meter lo otro. Yo me drogaba de mañana, tarde y noche.
El momento en el que dije que esto no es para mí (las drogas) fue cuando viajé a la Argentina. Tenía proyectos musicales y yo soy de las personas a las que le sale algo y soy feliz, quiero festejar y recuerdo que en aquel momento me drogaba y estaba tres días sin dormir, sin comer nada.
Viajé a la Argentina. Al día siguiente de llegar fui para jugar un partido. Lo único que recuerdo es que desperté en la cama de un hospital. Tenía en el cuello un collarín cervical. No recordaba nada; la persona que estaba conmigo me cuenta que había caído de cabeza del tercer piso de las gradas del estadio. Me cuenta que convulsioné y que le había mordido todos los dedos de la mano, porque me había metido la mano en la boca para no tragar la lengua. Me quedé cuatro días hospitalizado; me hicieron todos los estudios y salió que tenía un coágulo de sangre en la cabeza por la caída que tuve. Fue la primera vez que me pasaba algo como eso y realmente me asusté y decidí bajarle un cambio o me dije que Diosito me va llamar antes de tiempo. Ahí fue donde dije ¡hasta acá, basta ya!
El proceso de la abstinencia fue muy duro porque experimenté cosas que jamás imaginé y eso me asustó más y me hizo calmar. De madrugaba me agarraban los ataques, parecía que me iba a morir, el pecho se me cerraba, no podía respirar y nunca experimenté eso, caminaba por toda la sala. Mi pareja de aquel momento era quien me aguantaba, me metía en la ducha con agua fría, salía y volvía a entrar.
Todo eso me hizo dar cuenta que tenía que parar. Yo consumía, yo vendía y consumía otra vez mi producto y así andaba de lunes a lunes. Yo recuerdo que al levantarme lo primero que buscaba era la cocaína, almorzaba poquito y ya le metía de vuelva cocaína, luego cerveza, cocaína. Así como la gente sabe que se tiene que levantar y tomar agua, así yo era con la droga.
Perdí muchas cosas, empeñaba mis cosas, no recuperaba más, mis cosas de valor, me fui todido. Hace un año y medio que comencé con el proceso de alejarme de las drogas, no es fácil, cuesta mucho, pero se puede. El entorno se tiene que cuidar mucho también en este proceso.
Ayuda a la comunidad
Siempre me gustó ayudar a la gente. Mucho antes de ser famoso ya ayudaba a los que necesitaban. Yo veía eso de mis padres, de familia luego somos así de querer ayudar, cualquier pollada hacíamos para colaborar. Cuando lancé mi álbum Soy de Barrio (2022) y me hice más conocido y me posicioné como artista, comencé a salir en los medios, a tener más shows, salía a la calle y me pedían fotos y de eso que sacaba de mis show, hasta ahora ayudo a la gente que necesita. Sí o sí tengo que dar algo todos los días, yo no pido nada a cambio, lo doy de corazón.
Ahora utilizo mi fama para ayudar a mi comunidad. Me reuní con la primera dama, Leticia Ocampos, y le presenté tres proyectos, de los cuales dos fueron aprobados. Uno es una guardería para hijos de madres de la Chacarita para la cual estoy buscando el terreno y otro para un centro de ayuda que ya se encuentra en construcción. Voy a presentar más proyectos para ayudar siempre a La Chacarita.
Ahora tengo habilitado un carrito lomitero que se llama Soy de Barrio, donde trabajan unas siete personas para que limpiamente se ganen el pan de cada día. Con la mente ocupada, porque son personas que están saliendo de las drogas y buscando su sustento honradamente.
Un cambio de vida
Desde chico siempre fui terror, eso no lo niego, siempre tiene que haber una oveja negra en la familia y ese soy yo. Crecí con todas las amistades del barrio, hoy todos padres de familia, yo aún no tengo hijos. Vengo de una familia numerosa. Mis padres son personal de blanco, mi papá es farmacéutico y mi mamá es enfermera, en casa por todos lados había remedios. Mamá era quién curaba a los heridos y enfermos en La Chacarita.
Nunca me llamó la atención la profesión de mis padres, siempre fue el fútbol hasta que llegó el año 2011 cuando conocí al grupo argentino Los Wachiturros y todo cambió. Me sentí identificado con ellos. Ellos como que me motivaron y armé el grupo Los Wachisueltos. De ahí pase a un grupo que se llamaba las Culisueltas, luego a un grupo más profesional que se llamaba Que Loco con el que recorrimos todo el país y viajamos a la Argentina.
En 2016 decido lanzarme como solista, como El Princi. En 2022, tuve la oportunidad de lanzar mi álbum Soy de Barrio y desde entonces no paré. Canté en escenarios enormes, colaboro con artistas nacionales e internacionales. Tengo muchos proyectos en puerta. Soy el ejemplo de que si se quiere, se puede.
Uno tiene que luchar por lo que quiere, no tenemos que ser conformistas. Tenemos que tener metas, proyectarnos. Por ser de La Chacarita muchas puertas se me cerraron, tuve y tengo que luchar contra los prejuicios que tienen de mi comunidad, eso es algo que también quiero limpiar. En La Chacarita no todo es malo, hay gente buena. Mi propósito es hacer cosas para dejar un mensaje positivo y dar eco a las cosas que pasan en La Chacarita. A mí me pone feliz lo que estamos logrando. La vida me dio varios golpes, pero mi perseverancia y metas fueron más fuertes.