El informe que los recopila fue publicado este mayo y en sus 40 ilustraciones, efectuadas años después de esos abusos, resume lo que las autoridades estadounidenses intentaron esconder: la violencia física y sicológica utilizada para sacar información a reos como él.
“Probablemente es ya y seguirá siendo el documento crucial sobre el programa de torturas estadounidense. Los historiadores recurrirán a él por lo que dice y porque sus dibujos revelan detalles de una forma en la que nadie más puede hacerlo”, explica a EFE su abogado, Mark Denbeaux.
Zubaydah fue arrestado en marzo de 2002 en Pakistán bajo la sospecha de ser el jefe de operaciones de Al Qaeda. Cuatro años después se le trasladó a la base naval estadounidense de Guantánamo (Cuba), sin que haya todavía cargos en su contra.
Las diferentes técnicas de tortura que se le aplicaron bajo la complicidad del FBI tuvieron lugar entre 2002 y 2006 en centros clandestinos de detención y según Denbeaux los dibujos de las mismas pueden llegar a ser más potentes que una imagen real: “Tienen más capas y detalles. Son un reflejo de más de un momento”.
Son tan realistas que el rostro de algunos agentes ha sido ocultado para proteger su identidad. Zubaydah, que ahora tiene 52 años, se dibuja a sí mismo maniatado, inmovilizado en camillas o cubículos de minúsculo tamaño, sometido a simulacros de asfixias o enterrado en ataúdes que se llenaban progresivamente de agua.
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El agua, de hecho, era un elemento recurrente. En salas con temperaturas gélidas, ventilador encendido y música a todo volumen, se utilizaba para “bañarlo”, cortarle la respiración o humillarlo apuntando a sus genitales. Todo ello sumado a la llamada “hidratación y alimentación rectal y nasal” y a otros golpes directos y violencia sexual ejercida sobre su cuerpo durante horas, días y semanas seguidas.
“Quizá debería disculparme por mostrar las partes privadas, pero lo hago porque necesito enseñar la fea verdad y la sucia realidad de lo que pasaba con los detenidos”, señala él mismo en una de las explicaciones de sus imágenes, en la que se ve a los agentes haciendo cortes en su pene con cuchillas de afeitar.
En otras ocasiones lo más vejatorio eran los ataques a su cultura o religión: que le afeitaran la barba, que sumergieran el Corán en flujo menstrual o que hubiera funcionarias que presenciaran las torturas sobre su cuerpo desnudo.
El Comité de Inteligencia del Senado estadounidense publicó en 2014 un informe, parcialmente clasificado, que documentó 119 casos de individuos que estuvieron bajo el programa de detención secreta de la CIA, de los cuales 14, incluido Zubaydah, fueron transferidos a Guantánamo en setiembre de 2006 y siguen allí sin haber sido juzgados.
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La CIA destruyó en 2005 cintas con las grabaciones de interrogatorios, por lo que estos dibujos, que pueden consultarse en la página https://s3.documentcloud.org/documents/23809195/abu-zubaydah-torture-drawings-2023-05-vfinal.pdf, se erigen como quizá la “única prueba” tangible para hacerse una idea de la tortura aplicada, según Denbeaux.
Su abogado, profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad estadounidense Seton Hall y representante además de otros tres presos torturados, no cree que su recuerdo se vea comprometido por el trauma: “Me resulta inconcebible que alguien torturado borre de su mente los detalles. La tragedia aquí es que nunca podrá olvidarlo”, dice.
Nada más llegar a la Casa Blanca, el demócrata Barack Obama (2009-2017) prohibió ese programa de torturas.
Pero según Denbeaux, todavía debe hacerse justicia. “Hay tanta gente que debe rendir cuentas que ni siquiera puedo enumerarla a toda. Obviamente, la CIA, pero a estas alturas lo más importante que se puede hacer es decir la verdad, pedir perdón y liberar a esos presos”.