02 may. 2025

''El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo’’

El arzobispo de Asunción dijo que el narcotráfico causa sufrimiento y muerte, corrompe a autoridades, funcionarios, empresarios y destruye las instituciones públicas poniéndolas al servicio de su negocio.

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El cardenal Adalberto Martínez se pronunció sobre el proyecto de ley de control de oenegés.

El cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de la Santísima Asunción, habla con ÚH sobre uno de tantos problemas sociales y de salud pública que preocupa a la Iglesia paraguaya: La adicción a las drogas. Desde las diócesis, parroquias y comunidades son varias las obras que acompañan a adolescentes y jóvenes a la rehabilitación. El purpurado señala que es responsabilidad del Estado combatir, con firmeza y con base legal, la comercialización indiscriminada de la droga y su consumo ilegal. Propone un diálogo social amplio que apunte a un pacto social y político con todos para superar los conflictos sociales y problemas estructurales que impiden el acceso a servicios públicos de calidad, en educación, salud, vivienda, empleo digno, seguridad, entre otros.

–¿Cómo ve la Iglesia el problema de la adicción?

–El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo nuestra sociedad. Conforme a las orientaciones del episcopado latinoamericano en Aparecida (2007), su labor se dirige en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia. La Iglesia en el Paraguay impulsa diversas acciones para atender y acompañar a las personas dependientes de las drogas, en especial a los adolescentes y a los jóvenes. Además se está avanzando hacia una Red Pastoral Nacionales de Adicciones.

–En la prevención, ¿cómo se trabaja?

–Se insiste en la educación en valores que deben conducir a las nuevas generaciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia responsabilidad y la dignidad humana de los hijos de Dios. En el acompañamiento, la Iglesia está al lado del dependiente de las drogas para ayudarle a recuperar su dignidad y vencer la enfermedad. En el apoyo a la erradicación de la droga no deja de denunciar la criminalidad sin nombre del narcotráfico que comercia con tantas vidas humanas.

–Mientras no se combata el narcotráfico, la población más joven seguirá siendo víctima de este negocio...

–El negocio de algunos es dolor y sufrimiento para muchos. El narcotráfico tiene varios niveles. Tienen una estructura bien organizada: tráfico internacional, tráfico nacional, microtráfico. Su acción va destruyendo personas y familias con la drogadicción y la drogadependencia.

Este negocio causa mucho sufrimiento; causa muerte; corrompe a las autoridades, funcionarios, empresarios, entre otros y destruye las instituciones públicas poniéndolas al servicio de su negocio y de sus intereses ilegales y criminales. En todos los ámbitos van destruyendo como el raudal que va pasando. Su esencia es destruir. Cuando este asunto no se toma en serio y no se combate para erradicarlo, será como el cáncer que enfermará a todo el cuerpo social hasta liquidarlo.

–¿El Estado está ausente?

–Es responsabilidad del Estado combatir, con firmeza y con base legal, la comercialización indiscriminada de la droga y su consumo ilegal. Lamentablemente la corrupción también se hace presente en este ámbito y quienes deberían estar a la defensa de una vida más digna, a veces, hacen uso ilegítimo de sus funciones para beneficiarse económicamente.

–¿Los asesores de las parroquias son capacitados para acompañar a un adicto?

–Se reciben orientaciones y formación de los agentes de pastoral, aunque todavía de manera insuficiente ante la magnitud del problema. Somos conscientes de que debemos encarar la formación integral, desde una perspectiva interdisciplinaria, de los agentes de pastoral para entender, abordar y acompañar a los jóvenes y adolescentes y a sus familias, sobre todo en la prevención, detección y acompañamiento frente al consumo de drogas.

–¿Se trabaja con alguna institución del Estado?

–Desde la Iglesia alentamos los esfuerzos que se realizan desde el Estado, la sociedad civil y las iglesias para acompañar a las personas enfermas. En la Arquidiócesis de Asunción, desde que asumí esta misión, hemos impulsado una serie de acciones y hemos creado espacios para la articulación institucional entre autoridades municipales, Policía Nacional, Ministerio Público, Senavitat, Indi y otros organismos públicos nacionales. La Iglesia está en un proceso sinodal que implica escuchar, dialogar y caminar juntos para buscar la solución a los problemas más urgentes en la jurisdicción de la arquidiócesis, pero cuya experiencia está abierta a otras diócesis.

En estos espacios han surgido la seguridad, el tráfico y consumo de drogas como temas transversales que necesitan una acción articulada de las autoridades. La Iglesia apoya la articulación convocando y creando los espacios de encuentro.

–¿Es posible desde la Iglesia articular el diálogo entre todas las instituciones?

–Es nuestra intención compartir la experiencia de la Arquidiócesis, así como otras experiencias anteriores en la diócesis de San Pedro y en Villarrica con mis hermanos obispos de la Conferencia Episcopal Paraguaya, que la próxima semana se reúnen en Asamblea General Ordinaria. Inmediatamente después de las elecciones, vemos la necesidad de un diálogo social amplio que apunte a un pacto social y político amplio e incluyente para impulsar acciones que ayuden a superar aquellos problemas estructurales que impiden la realización del bien común y, por consiguiente, el acceso a servicios públicos de calidad, en educación, salud, vivienda, empleo digno, seguridad, entre otros.

Desde el inicio de nuestra misión como arzobispo metropolitano hemos propuesto pensar en un proyecto serio para el saneamiento moral de la nación. Si no enfrentamos como sociedad la corrupción, el crimen organizado y la impunidad no podremos superar las situaciones problemáticas que debilitan las instituciones del sistema democrático, ponen en riesgo la República y mantienen postrado al país.

–¿Qué mensaje da a las personas que cayeron en la adicción?

–Que no están solos, que hay mucha gente dispuesta a ayudarlos, pero este mensaje a los jóvenes no puede estar desvinculado del mensaje para la familia, para la comunidad, para la Iglesia y para el Estado.

El problema de la drogadicción es complejo y multicausal. La adicción del joven es solo el resultado de una serie de factores que lo han llevado hasta allí.

Como ya lo señalé el tema de las drogas tiene varios niveles; ha inficionado las instituciones del Estado, es como la mancha de aceite que se va dispersando y va dispersando su fuerza destructiva en las comunidades y en las familias.

Como sociedad, como comunidad, como familia, debemos estar atentos y vigilantes para detectar y desarraigar el problema. El microtráfico y la drogadicción en los niños, adolescentes y jóvenes es solo la consecuencia más visible de la presencia y acción de la droga en nuestro país y en el contexto regional y mundial.

Es por ello que reitero el llamado al saneamiento moral de la Nación, a un diálogo y pacto social y político, donde el tema narcotráfico debe ser uno de los prioritarios para ponernos de acuerdo en lo que “no queremos para el país, para la sociedad”. Ese acuerdo implicará un compromiso para el saneamiento de nuestras instituciones de la República y, por consiguiente, la posibilidad cierta de combatir el crimen organizado, la corrupción y la impunidad.

Como sociedad, comunidad y familia debemos estar atentos y vigilantes para detectar y desarraigar el problema.

El microtráfico y la drogadicción en niños, adolescentes y jóvenes son solo la consecuencia más visible de la presencia y acción de la droga en nuestro país.