21 nov. 2024

El proceso constituyente de 1992 en 3 lecciones

Al cumplirse un aniversario más de nuestra Constitución es necesario repensar las condiciones políticas y sociales que hicieron posible concluir con éxito el proceso constituyente de 1991-1992.
De aquel proceso constituyente se puede extraer valiosas lecciones que sirven de guía para futuros procesos de cambio constitucional y para el fortalecimiento democrático nacional. Teniendo en cuenta que se trató de la primera constitución democrática, que la vigencia de libertades plenas era una novedad en sí misma para la ciudadanía y que el diseño de una Constitución resultante de un proceso abierto, tolerante e inclusivo, era una incertidumbre, el resultado final fue altamente auspicioso y debe ser valorado en su perspectiva histórica.

Ello no ha sido casual, sino es el resultado del esfuerzo y el compromiso de distintos sectores ciudadanos y políticos que han comprendido la relevancia histórica de la tarea constituyente a escasos 3 años de derrocada la dictadura.

La reforma constitucional junto con la puesta en marcha de un cronograma de elecciones era la ruta más inmediata para iniciar la transición política, y sobre ello, el acuerdo entre sectores políticos, sociales –y ¿por qué no?–, militares ha sido mayoritario. Aquí tenemos la primera gran lección, la importancia del consenso político en aquellos temas estratégicos y la posibilidad de alcanzarlo, pese a las diferencias de fondo, muchas veces, irreconciliables.

La canalización institucional (vía partidos) de las diversas demandas sectoriales y propuestas constitucionales ayudó a ordenar y dar solidez el proceso constituyente. Este aspecto es relevante al momento de considerar hoy la actuación de los partidos políticos y los bajos niveles de confianza y legitimidad que generan en la ciudadanía. La segunda lección tiene que ver con la importancia de los partidos para institucionalizar las demandas ciudadanas.

Los partidos cumplieron con sus funciones primordiales: Articular y agregar demandas, representar y canalizar los distintos intereses en juego. Los constituyentes actuaron con sensatez buscando construir un pacto social lo más equilibrado posible en un contexto adverso y con grupos de poder buscando influir en el proceso.

El otro aspecto para destacar es el rol de los medios de prensa y organizaciones de la sociedad civil para informar sobre el proceso constituyente, fundamental para poner el tema de la constituyente en el primer plano de la agenda informativa, lo que dio visibilidad y favoreció a la legitimidad del proceso.

Finalmente, los procesos de movilización y organización social de la década del 80 fueron fundamentales para que ciertos sectores (mujeres, trabajadores, campesinos) tengan clara su hoja de ruta en la constituyente y puedan lograr que sus demandas sean incluidas. La experiencia del Acuerdo Nacional como concertación amplia de oposición al stronismo fue importante para gestar ideas sobre la democracia, la vigencia de los derechos humanos y el respeto al Estado de Derecho. Mostrar al mundo el régimen de opresión stronista. La tercera lección tiene que ver con la relevancia de la movilización ciudadana y su influencia en los procesos políticos y sociales.

En este sentido, es clave comprender que “la constitución se empezó a escribir muchos antes de 1992” y que los valores plasmados en ella representan los anhelos genuinos de una sociedad que ansiaba vivir en democracia.

Estas 3 lecciones expuestas sirven de referencia para la alicaída democracia paraguaya actual, caracterizada por una representación deslegitimada, una ciudadanía desmovilizada y unos partidos políticos que han sido vaciados de ideas y programas.

28413489.jpg

CONVENCION NACIONAL CONSTITUYENTE DEL 1992

Más contenido de esta sección