04 mar. 2025

El pyrague, elemento indisoluble de la dictadura paraguaya

Esta investigación de la historiadora Margarita Durán Estragó explora el rol del pyrague –el delator al servicio de la dictadura de Alfredo Stroessner– como pieza clave en el aparato represivo del régimen paraguayo (1954-1989). El tema resulta oportuno al recordar los 36 años del fin de la dictadura.

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Sectores de la Iglesia unieron esfuerzos contra el poder stronista (1954-1989)

Ricardo Pérez Haristoy
Investigador

A través de fuentes del Archivo del Terror, Margarita Durán revela en El Pyrague: Informante de obispos, frailes y jesuitas, la siniestra figura de Arcadio Martínez Espinoza, informante de alto perfil, exponiendo cómo los tentáculos del stronismo alcanzaron tanto a la Iglesia Católica como al exilio paraguayo en Argentina.

Esta investigación combina un análisis profundo del sistema de espionaje con un relato impactante sobre las resistencias al régimen de Stroessner, aportando una visión clave de la represión en el Cono Sur durante la Guerra Fría. Uno de los principales mecanismos de los sistemas de poder de las dictaduras latinoamericanas durante la Guerra Fría fue la aspiración del control total de la información por parte de las Fuerzas Armadas y de Orden.

Para la efectiva puesta en marcha de esta política de dominación interna, la figura del informante o delator, en clave paraguaya, del pyrague, representa al fiel ejecutor multiplicado al infinito en diversas redes de espionaje, cumpliendo el rol de relevar informes escritos a espaldas de sus víctimas para los detentadores del terror policiaco. Porque control y terror durante el stronismo (1954-1989) representan conceptos paralelos para comprender a los agentes de los aparatos represores temporalmente más consolidados en el corazón del Cono Sur.

Favorablemente para la historiografía, olvidaron borrar las huellas de sus crímenes que han quedado en el Museo de la Justicia, Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos (M-CDyA), más conocido como Archivo del Terror donde la Dra. Margarita Durán Estragó se nutre para dar vida a la siniestra figura del “Lic. Prof. Arcadio Martínez Espinoza”, delator por más de 15 años al servicio de los aparatos represivos del Paraguay, quien ingresa a la negra lista de otros colaboradores del terrorismo de Estado latinoamericano, como Amodio Pérez, el Fanta o la Flaca Alejandra.

La profesora Durán divide esta obra en una parte introductoria en la cual entrega al lector una contextualización acerca del carácter liberticida e ilegítimo del orden jurídico paraguayo, subvirtiendo la separación de los poderes del Estado para utilizar las leyes como un instrumento de dominación mediante la aplicación del Estado de sitio, la Ley N°294 de la Defensa de la Democracia (1955) y la Ley N° 209 de Defensa de la Paz Publica y libertad de las personas (1970). La primera castiga la insubordinación y la difusión expresa del comunismo, mientras la segunda premia con cárcel la libre expresión política, justificando bajo cualquier posición contraria al Gobierno la detención, la tortura, el asesinato, la desaparición y el exilio.

Hecha la ley, el poder exige contar con un sistema de represión compuesto por el Departamento de Investigaciones de la Policía, la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos, el Servicio de Informaciones y la Dirección Política y Afines, que expanden como tentáculos camaleónicos de la dictadura a sus pyrague en estratégicas redes institucionales imponiendo de manera casi omnisciente la noción de superioridad y dominación en toda la población.

Al llegar a la definición de pyrague, elemento indisoluble de la dictadura paraguaya, la Dra. Durán ofrece una tipología que caracteriza a estos informantes, según sus motivaciones, sean estas por su afiliación política, obediencia y subordinación, por ser opositores conversos en colaboradores, por ser oportunistas y negociantes, o bien, en representar a los fanáticos anticomunistas y adeptos del sistema represivo.

Estos “agentes especiales” o “agentes confidenciales” convierten a sus informes en el eslabón de partida para el sistema represivo, que tras analizados ponen en acción la persecución estatal a través del control domiciliario, los seguimientos, los allanamientos, las detenciones, la tortura y el exilio.

Por su misma nefasta actividad, los pyrague pasaban a ser esclavos del sistema comprometidos de por vida.

En la segunda parte de la investigación, la autora expone un perfil biográfico del pyrague Arcadio Martínez, como un personaje ligado a la Iglesia Católica paraguaya a través del Arzobispado de Asunción, informando de sus “traiciones y burlas a sus víctimas” en un espacio en el que se interconectan obispos, sacerdotes, frailes, masones y políticos.

Por su formación académica cristiana y profesional Arcadio Martínez llegó a impartir clases en la Escuela Superior de Guerra, entablando amistad con importantes figuras como el general Buenaventura Pappaseit, el comisario y torturador Alberto Cantero, el general Piñeiro que fue subsecretario de Defensa y con el mismo Pastor Coronel. Durante la década de los 70 pasó a ser un pyrague oficial del stronismo llevando una “doble vida” que le causó angustias y trastornos mentales por su actividad como delator en sus “maquinaciones contra la Iglesia”.

La sección sobre un ya perturbado Martínez termina con un destacado informe dirigido al policía de apellido Alcaraz, a quien relata el haber presenciado torturas de “compañeros” cristianos en Buenos Aires.

Lo relevante de este documento es que, además de confirmar cierta coordinación con la policía argentina, expone su oscura matriz ideológica, afirmando rechazar la violencia física, “no les tocaría ni un pelo”, para luego explayarse como si fuera un Dan Mitrione, en elaborados tipos de torturas psicológicas para quebrar a los socialistas, marxistas, comunistas, trotskista, ateos, masones, antistronistas o anticolorados.

Antes de finalizar el trabajo, la Dra. Durán complementa el texto principal con el relato de otro pyrague que operaba desde el extranjero, Efraím Marciano Cardozo, un empleado de la Siderurgíca Argentina, pero que había sido alumno del pa´i Ramón Talavera Goiburú, ideólogo y fundador del Frente Unido para la Liberación Nacional (FULNA) organización que surgió con un fin pacifista, quien fue expulsado del Paraguay en 1958.

El pyrague da cuenta cómo el exilio paraguayo en Buenos Aires se rearticulaba y organizaba para desarrollar una campaña popular contra Stroessner, detallando planes que incluían recolecciones de dinero, estallidos de huelgas generales obreras, alzamientos populares, distribución de armas e intentos de penetración de las Fuerzas Armadas para liberar a los presos políticos y derrotar a la dictadura.

Este relato por ser previo ofrece una continuidad de la metodología del terror del stronismo desde 1960 hasta fines de la década de los 70 y del alcance de sus garras más allá de las fronteras.

La investigación El Pyrague. Informante de obispos, frailes y jesuitas viene a dar otra pincelada y alegra el mural de trabajos de la historia reciente sobre la dictadura de Alfredo Stroessner, evidenciando la intimidad metódica del delator mediante la exposición de fuentes primarias, como un eslabón central dentro del engranaje represivo que permitió a la dictadura perpetuarse durante toda la Guerra Fría siendo un referente para otras agencias latinoamericanas.

Es relevante también porque ofrece un reflejo de las actividades de algunos sectores de la Iglesia en sus esfuerzos por contrarrestar las arbitrariedades del sistema del poder stronista, y reactualiza las memorias acerca del costo que pagaron las luchas del exilio paraguayo por reconquistar la democracia.

* Investigador residente cofinanciado CONACYT con el apoyo del FEE. El artículo es el prólogo del libro El Pyrague. Informante de obispos, frailes y jesuitas, de Margarita Durán Estragó.

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