Por momentos la miniserie no solo es reveladora, sino además conmocionante para cualquier público. De esas historias que siguen taladrando la mente tiempo después, a pesar de ciertas obviedades. La premisa es implacable: Un adolescente de 13 años de un pueblo de las afueras de Liverpool aparentemente asesina a una compañera a puñaladas, y una pareja de detectives (y una sicóloga) buscan determinar el móvil del crimen, lo único que ignoran, pues están bastante seguros de que Jamie es el responsable del asesinato, ya que el acto quedó registrado en una cámara de seguridad.
En cuatro episodios filmados en misma cantidad de planos secuencia quirúrgicos, de más o menos cincuenta minutos cada uno, Adolescencia se mete literalmente dentro de cuatro instituciones sociales, en este orden: comisaría, colegio público, centro de detención juvenil, casa familiar. En los primeros minutos del episodio inicial, con una impactante violencia, detectives y un escuadrón especial se meten a la casa de los Miller derribando la puerta mientras la familia de cuatro integrantes todavía duerme, para arrestar a un chico que termina meado en su piyama. Jamie todavía se acuesta con un osito de peluche, pero acaba de ser llevado a la comisaría por asesinato.
El resto de la historia es un buceo sicológico y social en la adolescencia en la era de la “educación sentimental” mediante las redes tecnológicas. También es una mirada amarga a las instituciones citadas, sin concesiones. Quizá haya que decir, en este punto, que es demasiado lo que les ha enseñado The wire (2002-2008) a la televisión posterior a la hora de hacer este tipo de abordaje. Si bien aquí es otro el asunto y todo está reducido a cuatro episodios, en literalmente un par de horas de la vida de un grupo heterogéneo de personas, la impronta sociológica de The wire se cuela en Adolescencia . El elemento sicológico, dramático de una manera honesta, es todo de la miniserie británica.
El actor inglés (nacido precisamente en las afueras de Liverpool), Stephen Graham ( Snatch , Peaky Blinders , El irlandés , etc.), actuó (como el padre), escribió y produjo la miniserie creada conjuntamente con Jack Thorne. Dirigió soberbiamente Philip Barantini, quien tiene una debilidad por los planos secuencia: en Boiling Point (Chef, 2021) utilizó este recurso, con un Stephen Graham también fenomenal, y también en el corto que inspiró la miniserie. En Adolescencia puede resultar un tanto repetitiva la necesidad de hacer correr la historia cambiando el foco de los personajes en el momento preciso en que se cruzan con otros en el mismo plano. Sin embargo, en el tercer episodio no hay necesidad de echar mano de este recurso, precisamente el mejor concebido en opinión de este cronista.
Mención aparte para Owen Cooper, el actor de 15 años que encarna a Jamie. No tenía experiencia previa. Hizo una performance memorable y, por supuesto, comenzaremos a verlo más seguido.
Finalmente, esto: se suele cometer el error de decir que “adolescencia” es una palabra que etimológicamente viene de adolecer, de doler. No es así. Viene del verbo latino “adolescere”, que significa crecer, desarrollarse. Se aplica a esa edad que está entre la pubertad y el completo crecimiento corporal. Es decir, a la edad en la que está Jamie. Por ello, la tragedia de la miniserie versa sobre el que está creciendo, no sobre el que ha crecido ya. De ahí la doble recomendación del cronista, es decir, que los adultos vean esta miniserie, pero que no se engañen: no trata sobre nosotros, trata sobre ellos, los adolescentes, sobre los que están creciendo y, muy a menudo, son incomprendidos o no escuchados. Por nosotros.