A ella acudo después de haber presenciado –lo vi por tevé en realidad– el ahora ya famoso grito de la hinchada: “El que no salta es traidor”, en el estadio del club Olimpia, dedicado a Roque Santa Cruz.
Con el tema RSC24, al menos en el microclima Twitter el humo estuvo bien denso durante toda la semana previa al encuentro entre Olimpia y Libertad; incluso la policía de Tw anduvo preocupada por la virulencia del enojo olimpista.
La principal atracción el pasado domingo era obviamente el regreso del susodicho a la cancha de sus amores vistiendo otra camiseta, y la reacción de los fanáticos sin dudas marca un hito. La hinchada estaba enojada y entonces la hinchada habló, o gritó en este caso.
Por lo que se puede entender, el enojo de los hinchas no es porque Roque haya cambiado de club, sino porque eligió a Libertad y con ello al ex presidente de la República, el colorado Horacio Cartes, líder de un movimiento interno dentro del mencionado partido político. La bronca está fundada en que, según lo dicen en las redes, desde el club Libertad han apuntado diversos ataques al Olimpia, entre ellos cuestionando la legitimidad de sus sucesivos campeonatos.
“Te fuiste del lado del que desde sus medios te atacó A VOS y tus compañeros”, decía un tuit y los más memoriosos incluso sacaron de su archivo la tapa de uno de los medios de Cartes donde se lo había maltratado a Roque.
Duele un poco ver a un estadio repleto denostar a un antiguo ídolo. “Desgraciados los pueblos que necesitan héroes”, diría Bertolt Brecht; y una piensa que sería tan hermoso que todos los que hoy están tan ofendidos con RSC24 y lo llaman mascota de Cartes, mañana, cuando vean a Cartes pidiendo votos por un candidato o para sí mismo, logren la hazaña de la coherencia y no voten por él.
Si hacen lo contrario, y si igual un día de elecciones van y le regalan un voto a Cartes o alguno de sus candidatos, pues no habrá servido de mucho que le hayan gritado traidor a Roque, que le hayan dedicado aquella pancarta y le hayan arrojado aquellos billetes.
Bueno, tampoco le vamos a pedir a la hinchada de Olimpia que de un día para otro se convierta en los piratas del St. Pauli de Hamburgo, ese club antifascista, antirracista, antisexista y antihomofóbico; pero creo que al menos sí les podemos pedir coherencia.
Todo lo demás ya podemos clasificarlo en la categoría de grandes expectativas. Como la de esperar que un día los paraguayos sean capaces de reaccionar a las traiciones de los gobernantes, y sean capaces de levantar puños y voces para señalar a los que sin ninguna vergüenza le roban al país en plena pandemia.
A aquellos que pagaban el doble por obras que hace rato se habían inaugurado, que malgastaban los recursos del Estado mientras vos veías morir a tus familiares por no tener dinero para comprar medicamentos, ni tenías los millones para conseguir una cama en UTI en un sanatorio privado.
Todos esos que se hicieron más ricos en pandemia mientras vos te quedaste sin laburo o te recortaron el salario, y tuviste que rifar tu moto para dar de comer a la familia.
Este país ya se ha ganado el derecho de tener una ciudadanía consciente y comprometida, una que se anima a llamar a los bandidos por su nombre. A todos esos traidores que mienten cuando están en campaña y luego se olvidan de que fueron a tu barrio y posaron junto a tu adorable abuelita; a los que ven el país como un gran negocio o su estancia particular.
Hasta tanto, hemos de hacernos cargo de los monstruos por los que solemos tener la mala costumbre de votar. Necesitamos que la gran hinchada país se enoje, se levante y grite como aquellos en el estadio de Olimpia.