Qué hubiera sido de tantas familias humildes que se quedaron sin fuentes de subsistencia, si no hubieran brotado por todo el país, como una respuesta solidaria de los propios vecinos, el vapor sabroso y humeante de las ollas populares.
En el Bañado Tacumbú de Asunción, en el barrio Kennedy de Caacupé, en las estriberas del cerro de Tobatí, en tantos sitios de la República, grupos de vecinos encendieron el fuego de sus braceros, dispusieron enormes tachos en donde preparar suculentos pucheros o tallarín, para alimentar a quienes se habían quedado sin el pan de cada día. En su mayoría son personas también humildes, pero que no han dudado en compartir lo poco que tenían para los que han perdido casi todo. Ellos suplieron las grandes ausencias de la asistencia estatal a los más pobres.