Tenía poco más de 1 año de edad cuando Lara María debía someterse a una operación en la cabeza. Todo salió bien hasta que justo antes de que le dieran de alta, convulsionó de forma inesperada. Sufrió un derrame cerebral que la sumió en un estado súbito de coma.
A los médicos les tomó por sorpresa, pues nada tenía que ver con la cirugía que había sido en un sector del cráneo sin tocar el cerebro. Casi no le daban esperanzas de vida. La beba no reaccionaba. Si salía de esa situación, las secuelas serían irreversibles y podía quedar en estado vegetativo.
Estaban en el Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS). Elisa Esquivel, abuela de Lara María, cuenta que desesperada fueron corriendo hasta la tumba de Chiquitunga, distante a unas cuadras del centro asistencial, en el barrio Carmelitas. Allí rezaron y le suplicaron a la venerable que interceda para que la niña pueda salir sana y salva de esa situación crítica.
“Le oramos y le suplicamos que haga lío por la nena. Al día siguiente, abrió los ojos. Eso fue un sábado y ella supuestamente no amanecía. Los médicos no nos dieron ningún tipo de esperanzas. Incluso, ya empezábamos a ver dónde le íbamos a hacer su velatorio”, relata Elisa, quien el jueves regresó de una excursión por Chiquitunga, realizada con una comitiva de 50 paraguayos que incluyó a Roma y culminó en Israel.
Su nieta, hoy, está cerca de cumplir 3 años y está “normal y sin secuelas”, remarca una de las condiciones para que un hecho “científicamente inexplicable” sea considerado como milagro, así como sucedió con Ángel Domínguez, de San Pedro. Él perdió los signos de vida al nacer, pero unos minutos después de que la obstetra Blanca Duarte le encomendara a Chiquitunga, resucitó.
Lobby. Elisa es la primera lobbista por la canonización de Chiquitunga. Durante su travesía por el Vaticano y Jerusalén, no se despegó de su bandera que lleva la inscripción: “Chiquitunga Santa ya!”.
Incluso, en la explanada de la Basílica de San Pedro le gritó al papa Francisco ese deseo. “Le corrí al papamóvil y le gritaba ‘Santo Padre, Chiquitunga que sea santa ya’”, comenta, y asegura que el Papa “se dio la vuelta, me miró y se sonrió”.
Durante su paso por el Santo Sepulcro, en Israel, también dejó sellada en la roca el pedido de santificación de la Venerable. Según el hermano Restituto Palmero, de la Congregación de las Carmelitas Descalzas, la beatificación de Chiquitunga “es casi un hecho”.
“El último paso, o lo más importante, es que los médicos digan que no tiene explicación científica este hecho. Que no tenga secuelas y que esté normal”, explica, y dice que ahora solo restan pasos protocolares a nivel del clero y cardenales.
Para la canonización es preciso otro milagro atribuido a la Venerable. Una vez que pase la beatificación –anuncia– enviarán los antecedentes del presunto milagro ocurrido con Lara María a la Santa Sede.