03 oct. 2024

El Siglo de Oro holandés hechiza a Nueva York con “La joven de la perla”

Nueva York, 21 oct (EFEUSA).- La cautivadora mirada de “La joven de la perla” (Johannes Vermeer, 1665) dejó prendados a los visitantes de la Frick Collection de Nueva York, donde desde hoy y hasta enero se exhibe una selecta muestra de pinturas del Siglo de Oro holandés representadas, entre otros, por Rembrandt, Hals y el propio Vermeer.

La cautivadora mirada de "La joven de la perla" (Johannes Vermeer, 1665) dejó prendados a los visitantes de la Frick Collection de Nueva York, donde desde hoy y hasta enero se exhibe una selecta muestra de pinturas del Siglo de Oro holandés representadas,

La cautivadora mirada de “La joven de la perla” (Johannes Vermeer, 1665) dejó prendados a los visitantes de la Frick Collection de Nueva York, donde desde hoy y hasta enero se exhibe una selecta muestra de pinturas del Siglo de Oro holandés representadas,

La muestra cuenta con cuadros tan icónicos del período de mayor esplendor cultural de las entonces llamadas Provincias Unidas como “Naturaleza muerta, vanidad”, de Pieter Claesz, y “Simón en el templo”, de Rembrandt van Rijn, además del mencionado “La joven de la perla”, el gran reclamo usado por el céntrico museo neoyorquino y para el que se ha reservado una sala entera.

“Estos son algunos de los cuadros de mayor prestigio de nuestra institución hermana, el museo Mauritshuis”, de La Haya, explicó en la presentación el director de la Frick Collection, Ian Wardropper, quien recordó que, cuando el año pasado se exhibieron estas piezas en Tokio, “atrajeron a más de 10.500 personas al día, lo que supuso más público que ninguna otra exposición en el mundo”.

Desde que el museo Mauritshuis cerró por obras de renovación en 2012, parte de su colección ha viajado por Japón y EE.UU., marco en el que se incluye la llegada de estas 15 obras al museo de Manhattan, donde se exhibirán hasta el próximo 19 de enero.

La muestra también incluye dos pinturas de Frans Hals (“Retrato de Jacob Olycan” y “Retrato de Aletta Hanemans”), así como “Susanna” y “Retrato de un hombre viejo”, de Rembrandt; “Naturaleza muerta con cinco albaricoques”, de Adriaen Coorte; “La comedora de ostras”, de Jan Steen, y “El jilguero”, de Carel Fabritius.

“Hemos traído una muestra de lo mejor que los Países Bajos pueden ofrecer”, indicó el embajador holandés en EE.UU., Rudolf Bekink, para quien la exhibición constituye “un ejemplo de la estrecha relación que une a nuestro país y a EE.UU.”, un vínculo que se remonta “varios siglos atrás, hasta cuando esta ciudad era conocida como Nueva Amsterdam”.

El siglo XVII, conocido como Siglo de Oro holandés, coincidió con el apogeo de las recién independizadas provincias neerlandesas, que experimentaron un período sin igual de crecimiento económico, científico y cultural, y vieron florecer pintores de la talla de Rembrandt y Vermeer.

“La joven de la perla”, auténtica joya de la exhibición temporal del Frick, es un cuadro de dimensiones reducidas pintado al óleo que muestra el escorzo de una chica sin identificar, quien, ataviada con una toca y un gran pendiente de perla, gira ligeramente la cabeza para que su mirada se fije de soslayo y sin excepción en todo aquel que la contemple.

Como es una constante en la reducida obra de Johannes Vermeer (sólo se le atribuyen 36 cuadros en toda su carrera), la faz de la joven está cuidadosamente iluminada, con una única e intensa fuente de luz que penetra por el costado izquierdo del cuadro, ilumina la figura y deja el fondo completamente a oscuras.

El esmero de Vermeer a la hora de iluminar sus obras puede corroborarse en la sala anexa a aquella en donde se exhibe a la joven, en la que el museo neoyorquino ha seleccionado algunas decenas de las mejores obras de su colección permanente, entre las que se encuentran tres pinturas del pintor barroco holandés.

“La lección de música interrumpida” (1660), “Señora y criada” (1667) y “Militar y muchacha riendo” (1658) muestran perfectamente el trabajo de Vermeer con la luz, hasta el punto que en la última de ellas se consigue crear un excelente efecto de tridimensionalidad mediante la superposición de capas iluminadas de forma diferente.

Estos tres cuadros, todos ellos corales y escenas de género, fueron adquiridos entre 1901 y 1919 por el industrial estadounidense Henry Clay Frick, quien a su muerte los donó a la institución que lleva su nombre.

Las pinturas de esta exhibición temporal podrán visitarse en la Frick Collection de Manhattan hasta el 19 de enero y la entrada del público general cuesta 20 dólares.

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