La pandemia ha dejado grandes enseñanzas. La falta de un sistema de salud nos llevó a ser uno de los países de mayor endeudamiento en salud, a diferencia de por ejemplo Uruguay que pudo enfrentar el covid con apenas un refuerzo en su sistema de protección social. La pandemia nos hizo retroceder al menos 5 años en muchos indicadores.
La excesiva dependencia de factores externos como el clima y los precios internacionales nos llevan a tener un producto interno bruto altamente volátil que conspira con las posibilidades de lograr una trayectoria estable hacia el desarrollo.
La crisis climática que se veía venir desde hace una década atrás llegó con todo en los dos últimos años.
Olas de calor, sequía y exceso de lluvias tenderán a acentuar aún más la volatilidad del PIB agregando enormes daños y pérdidas para los hogares y las empresas. El Estado paraguayo está totalmente desprovisto de recursos para hacer frente a las medidas de mitigación y adaptación que requiere el país.
El aumento insostenible del endeudamiento, cuya necesidad de garantizar el cumplimiento de las obligaciones hace que cada vez destinemos más recursos presupuestarios a este fin y aumentemos deuda para pagar deuda.
A todos estos fenómenos es necesario agregarle el rezago que enfrenta nuestro país en los indicadores de desarrollo con respecto a los países de la región. A pesar de nuestros altos niveles de crecimiento, no hemos podido dejar los últimos lugares en el continente en cualquier indicador económico y social.
El Estado tiene una deuda con la mayoría de la población.
La falta de un sistema de salud, de educación de calidad y de protección social exigen ampliar coberturas y mejorar calidad; la precariedad del empleo es un desafío pendiente y el acceso a viviendas de calidad con agua potable y saneamiento persiste como necesidad insatisfecha.
La recuperación en la pospandemia no solo tiene que buscar la vuelta a las condiciones anteriores a la misma, sino saldar esa deuda, reducir las brechas y las exclusiones, garantizando el bienestar para la mayoría.
Esto no será posible sin un sistema tributario que recaude lo suficiente para financiar las políticas que se requieran como para pagar la deuda. Si no hay cambios sustanciales en la estructura tributaria el peso de la deuda terminará cayendo desproporcionadamente sobre la población más excluida, siendo que además, las obras realizadas con los créditos les beneficiaron menos que a otros sectores.
El gobierno tiene en este momento la mayoría absoluta en el Parlamento para hacer los cambios que requiere el desarrollo en Paraguay. Ningún país del mundo ha logrado avanzar con 10% de presión tributaria y con la inversión actual en salud, educación, sin políticas industriales y con una casi nula inversión en investigación y desarrollo. Si no hacemos cambios drásticos estaremos condenados en el presente y en el futuro al subdesarrollo.
Es urgente ponerle freno al endeudamiento y lograr financiar de manera sostenible las políticas que nos permitan al menos acercarnos al promedio latinoamericano y para ello necesitamos un sistema tributario que recaude más y de manera mas justa.
La reforma tributaria es uno de los temas más importantes, si consideramos todos estos factores. Y es fundamental empezar reduciendo los niveles de evasión tributaria, pero tarde o temprano deberemos hablar de recaudar más y de manera más justa de manera a financiar el desarrollo presente que nos permita un futuro esperanzador.