El Gobierno lanzó recientemente un programa para facilitar a las familias a acceder a una casa propia pagando casi lo mismo que pagaría por el alquiler de una vivienda. Che Róga Porã generó mucha expectativa en la ciudadanía, pues se perfilaba como la oportunidad que las familias estaban esperando para concretar un añejo deseo.
Sin embargo, con el inicio de los primeros trámites la ciudadanía se fue dando cuenta de que no era tan sencillo cumplir con los requisitos y la ilusión de acceder al techo propio se fue desvaneciendo.
La intención del Gobierno de facilitar el acceso al financiamiento a tasas casi concesionales fue muy valorada por la opinión pública, ya que conseguir créditos a tasas del 6,5% en el mercado es imposible.
Desde el Ejecutivo también se organizó el programa para facilitar las construcción de dichas viviendas y que estas cumplan con los requisitos de calidad y seguridad, considerando que el que se beneficie con la nueva casa deberá pagar cuotas durante treinta años y se espera que la vivienda esté todavía en buenas condiciones para cuando el propietario cancele la deuda y pueda obtener definitivamente la propiedad del inmueble.
Para facilitar el cumplimiento de los requisitos, el programa incluso admite que los miembros de una familia puedan sumar sus ingresos para llegar al monto mínimo de ingresos demostrables y que justifiquen la capacidad de pago de las cuotas.
Desde el sector privado también hay ofertas para el acceso a la vivienda propia con cuotas que oscilan entre G. 1.500.000 y G. 2.000.000. Se trata de viviendas económicas y cuyas cuotas son similares a las de un alquiler.
Se puede observar en los barrios de las ciudades limítrofes a la capital una variada oferta de este tipo de viviendas, pero que hasta ahora no logró captar interesados en habitar las casas o que quieran asumir el compromiso de pagar las cuotas.
Es también notoria la cantidad de viviendas que son ofertadas por las reconocidas empresas dedicadas a la compra, venta y alquiler de inmuebles.
A simple vista pareciera ser que existe una sobreoferta de viviendas o que las personas interesadas no están en condiciones de asumir el compromiso.
La tendencia actual de las personas jóvenes, los comprendidos hasta los 30 años de edad, es vivir en alquiler. Habitualmente lo pagan entre dos ocupantes para compartir los gastos y están más interesados en adquirir vehículos, tecnología, electrodomésticos y paquetes de turismo.
En otras palabras, las preferencias de consumo están orientadas a otros sectores y todavía no es prioridad para ellos adquirir una vivienda. En el mejor de los casos prefieren vivir todavía en el espacio familiar.
Por otro lado, las personas que ya superaron los 30 años y tienen ya hijos dedican una mayor parte de sus ingresos a los gastos de alquiler, alimentación, educación y salud, quedando prácticamente muy poco para dedicar a la compra de una vivienda.
El programa Che Róga Porã recién está empezando y seguramente con el correr de los meses se sabrá si era la oferta que estaban esperando los interesados en tener una casa propia o si necesita algún ajuste para que se adecue a las reales posibilidad de los interesados.
En el mercado inmobiliario, existe una extensa oferta habitacional. Parece que el mayor inconveniente es que las personas no cumplen con las exigencias que establecen los oferentes y ahí resulta imposible concretar el negocio. Además, hay que tener cuidado de no generar una burbuja inmobiliaria.