“Cada día que pasa es peor que el anterior, porque se acumulan los problemas y no veo salida”, cuenta a EFE Emiliano, un colombiano que se quedó sin trabajo. “Me despierto a medianoche temblando de miedo”, relata Delia, que salvó la vida de la mujer a la que cuidaba y después fue despedida. “Lo que vivió mi madre fue tan traumático que tuvimos que ir a buscarla y ahora está con nosotros en Colombia”, cuenta Leonor desde Medellín.
Son tres víctimas de las muchas que dejó la peor catástrofe natural que ha sufrido España en los últimos sesenta años. Una súbita crecida que desbordó cauces y ramblas, e inundó de agua y barro una zona densamente poblada en la que viven muchos migrantes.
Tirar la toalla y volver a Colombia
Diana, colombiana de 61 años, lo vivió muy de cerca. Estaba en la planta baja de uno de los municipios más afectados por el temporal junto al hombre tetrapléjico al que cuidaba, cuando el agua entró en tromba dentro de casa.
Con muchas dificultades logró levantar al hombre en su silla de ruedas, sacarlo de la casa y subir a un segundo piso para dejarlo en zona segura con una vecina. Después fue a rescatar otras personas atrapadas.
“Ayudó a mucha gente, pero escuchó como se ahogaba una vecina a la que no pudo salvar y vio como el agua se llevaba a un hombre que se había subido a un árbol”, recuerda su hija Leonor.
Los sucesos fueron tan dramáticos que en los días siguientes Diana tuvo varios brotes psicóticos y finalmente fue hospitalizada.
Avisada por el médico, su hija viajó de Colombia a España y cuando fue a la casa donde trabajaba su madre a buscar su ropa, la hermana del hombre enfermo al que cuidaba la abroncó por haber abandonado el puesto de trabajo.
“Mi madre se quedó sin trabajo, no recibió finiquito y tuve que traerla a Colombia donde sigue teniendo brotes psicóticos”, explica su hija desde Medellín.
Su madre había viajado a España hace tres años con la esperanza de ahorrar dinero para poder tener una vejez tranquila en Colombia, “pero ahora lo ha perdido todo”, lamenta su hija.
Volver a empezar de cero
El caso de Diana es muy parecido al de Delia, una afrocolombiana que también salvó la vida de la persona a la que cuidaba, en su caso una anciana, y después fue despedida.
Afortunadamente, Delia todavía no se ha roto emocionalmente como Diana y, aunque por la noche la visitan “todos los fantasmas”, “cada noche tienen un amanecer” y por las mañanas se levanta y sale a buscar trabajo.
“A pesar de mis noches difíciles yo voy a seguir dando la pelea –afirma–. No voy a dejar el proceso a medias. Llevo tres años en España y estaba a punto de conseguir la regularización cuando lo perdí todo. Voy a volverlo a intentar”.
Empezar otra vez cuando ya se partió de cero hace poco “es muy duro”, según Emiliano, que llegó a España hace un año y recientemente había logrado empezar a ganarse la vida dignamente reparando electrodomésticos.
El temporal no afectó a su vivienda, como le pasó a Delia y Diana, pero se llevó el coche que necesita para trabajar y que estaba a nombre de un familiar, porque él no tiene papeles, por lo que no espera cobrar ninguna ayuda.
“Uno empieza con fuerza, pero sentir que todo se desmorona y te pone en el lugar donde estabas cuando llegaste te deja sin esperanza. Afortunadamente me queda la fe, pero es difícil encontrar la energía para volver a empezar”, lamenta.
Llueve sobre mojado
“Los inmigrantes en situación irregular no están recibiendo ayudas”, corrobora Marcela Bahamón, de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y de los Cuidados.
“Son personas que ya vienen de situaciones precarizadas a las que ahora se ha sumado la DANA. Llueve sobre mojado”, concluye.
Fuente: EFE.