Hasta la fecha se había detectado vapor de agua en más de una docena de planetas pero el metano (una molécula que se encuentra en abundancia en las atmósferas de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno dentro del sistema solar) no había sido detectado en los exoplanetas estudiados con espectroscopia espacial.
“Con una detección tan segura, no sólo encontramos una molécula muy esquiva, sino que ahora podemos comenzar a explorar lo que esta composición química nos dice sobre el nacimiento, el crecimiento y la evolución del planeta”, apuntaron Taylor Bell, del Instituto de Investigación Ambiental del Área de la Bahía (BAERI), que trabaja en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Silicon Valley, y Luis Welbanks, de la Universidad Estatal de Arizona.
Midiendo la cantidad de metano y agua en el planeta, explican los científicos, se puede “inferir la proporción entre átomos de carbono y átomos de oxígeno”.
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“Se espera que esta proporción cambie dependiendo de dónde y cuándo se formen los planetas en su sistema. Por lo tanto, examinar esta proporción de carbono a oxígeno puede ofrecer pistas sobre si el planeta se formó cerca de su estrella o más lejos antes de moverse gradualmente hacia adentro”, explicaron.
Con una temperatura de unos 825 kelvin (alrededor de 1.025 grados Fahrenheit), WASP-80 b es lo que los científicos llaman un ‘Júpiter cálido’, que son planetas similares en tamaño y masa al planeta Júpiter del sistema solar pero que tienen una temperatura superior.
Gira alrededor de su estrella enana roja cada tres días y se encuentra a 163 años luz de la Tierra, en la constelación de Aquila.
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Debido a que el planeta está tan cerca de su estrella y ambas están tan lejos de la Tierra, no se puede ver directamente ni siquiera con los telescopios más avanzados como Webb.
En cambio, los investigadores estudian la luz combinada de la estrella y el planeta utilizando el método de tránsito (que se ha utilizado para descubrir la mayoría de los exoplanetas conocidos) y el método del eclipse.
Utilizando el método de tránsito, se observó el sistema cuando el planeta se movía frente a su estrella, lo que provocó que la luz de las estrellas se atenuara un poco.
Y utilizando el método del eclipse, se observó el sistema cuando el planeta pasó detrás de su estrella, provocando otra pequeña caída en la luz.
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Este descubrimiento, señalaron Bell y Welbanks, es también una oportunidad de comparar planetas fuera del sistema solar con los que se encuentran en él.
La NASA tiene un historial de enviar naves espaciales a los gigantes gaseosos de nuestro sistema solar para medir la cantidad de metano y otras moléculas en sus atmósferas.
Y ahora, al tener una medición del mismo gas en un exoplaneta, se puede “comenzar a realizar una comparación de manzanas con manzanas y ver si las expectativas del sistema solar coinciden con lo que se ve fuera de él”, afirmaron.
Fuente: EFE.