18 ene. 2025

El tractorcito en el estadio de Olimpia

En abril, el club Olimpia había anunciado la ampliación de su estadio, que poco antes había cambiado su nombre a Osvaldo Domínguez Dibb, en lo que iba a ser una millonaria inversión para albergar la final de la Copa Sudamericana.

Ahora ya sabemos que no fue, pero lo importante es que, en aquel momento, la directiva franjeada con Rodrigo Coto Nogués a la cabeza, apostaba en grande a ampliar la capacidad del mítico Para Uno.

La cajita de fósforo iba a tener ahora una capacidad para 32.000 espectadores. El entusiasmo de los olimpistas era conmovedor, pese al duelo por el fallecimiento de Osvaldo Domínguez Dibb, el dirigente más exitoso del deporte paraguayo.

Según el cronograma, estaba previsto que las obras terminaran en el mes de noviembre, justito para la final de la Sudamericana.

Fueron pasando los meses, y a mediados del año comenzaron a sonar las alarmas. Esto sucedió cuando se filtró en redes sociales un video que mostraba un pequeño tractor amarillo operando en el estadio.

La imagen de aquel tractorcito, él solo contra el mundo, fue el catalizador de la ansiedad franjeada durante meses, porque el temor era que no concluyeran a tiempo las obras para la famosa final internacional.

La situación era complicada, el club Olimpia estaba (y sigue) sepultado bajo demandas e imposibilitado de contratar por las sanciones de la FIFA; al nuevo dt Martín Palermo no le fue muy bien al principio, y a esto se sumaba la gran angustia que generaba en el hincha el lento avance de la construcción.

Hasta que un día renació la esperanza, cuando en el estadio apareció otro tractor, y esta vez el pequeño tractor amarillo ya no estaría solito, como un don Quijote peleando contra los molinos de viento.

Ahora sabemos que aquel proyecto fue reemplazado por otro, un feroz estadio con capacidad para más de 46.000 personas, con palcos, suite nivel cancha, Fan Zone; patios de comida y accesos por 4 calles. Este nuevo ODD va a ser el estadio más moderno del condado y del continente, según anunció Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, y encima se confirmó que ahí se va a disputar el partido inaugural del Mundial 2030.

Pero, a pesar de todo yo no me olvido del tractorcito que durante tantos meses nos dio ilusión, y nos provocó risas, alegría y nos aliviaba la angustia; porque si hay algo que tiene un olimpista es la capacidad de reírse de sí mismo, además de ser muy resiliente.

La esperanza y el aguante del pueblo paraguayo es como ese pequeño tractor amarillo operando en la cancha de Olimpia. Es ese algo que nos sostiene ante cada traición de los políticos, del Presidente, de los diputados y sus hijos inútiles cobrando millones de nuestros impuestos.

Es también la esperanza de miles de jóvenes que con gran sacrificio siguen yendo a la universidad, a pesar de que Santiago Peña les dejó sin el Arancel Cero. Porque igual se levantan cada madrugada a perseguir un ómnibus que está repleto, para llegar a tiempo a un trabajo precario, y seguir viviendo en un país que a ellos no les da salud ni educación de calidad, pero que les da todo a los hijos de los diputados, y a la hija del vicepresidente le paga 18 millones de guaraníes cada mes.

La esperanza, empecinada y cabeza dura es ese tractorcito; es lo que nos sigue moviendo cada día, a pesar de que los diputados y senadores deciden perjudicar las jubilaciones de los trabajadores del Paraguay, y enseguida después se dan un autoaumento de 5 millones de guaraníes, para cobrar desde enero –en medio de sus exclusivas y largas vacaciones-37 millones de guaraníes.

El tractorcito nos sostiene, para seguir imaginando lo maravillosa que podría ser nuestra vida, en este país, sin tener que mantener a tantos políticos miserables, ladrones de nuestra esperanza, esa cosa con plumas de la que hablaba Emily Dickinson.

Más contenido de esta sección