Francisco Cobos estuvo en Asunción invitado por el PNUD-Paraguay. Dictó una conferencia magistral en la Facultad de Derecho UNA sobre Sistemas electorales, reformas y construcción de confianza ciudadana: Una perspectiva internacional comparada. Además, mantuvo reuniones técnicas de intercambio de experiencias y conocimientos con funcionarios y asesores de la Justicia Electoral. Con él conversamos particularmente sobre el uso de las urnas electrónicas en unas elecciones, considerando la reciente aprobación en Paraguay de una ley de desbloqueo de listas sábana y la utilización obligatoria de las urnas electrónicas a partir de las internas municipales de julio 2020 y las elecciones municipales en noviembre del próximo año.
–¿Qué experiencias destacaría respecto de la utilización de urnas electrónicas en unas elecciones nacionales?
–La rapidez con la que se obtienen los resultados, lo que reduce espacios y tiempos en los cuales podría haber conflictos. Hemos visto muchas elecciones en las que desde el momento en que ha habido el voto hasta que se ha tenido resultados finales, han pasado días y hasta semanas, y ese tiempo es utilizado por actores políticos para meter mucha bulla con la intención de cambiar el cauce de lo que se hace oficialmente.
Desde el punto de vista técnico, también impide errores humanos, sobre todo al momento de sumar y cargar los resultados y que haya gente que se meta en medio para intentar tener los resultados a su manera.
–¿Y qué lugar otorga a la preparación de la ciudadanía para utilizarlas?
–Bueno, para introducir nuevas tecnologías, un elemento muy importante es siempre que la gente lo entienda. Tanto el usuario, que en este caso es el votante, como los partidos políticos, sociedad civil, tienen que entender muy bien lo que se va a conseguir y lo que no se puede conseguir con las urnas electrónicas. Y sobre todo tiene que haber mucha confianza en quien administra las elecciones.
Por ejemplo, tenemos el caso de Estonia, donde el voto electrónico es desde la casa o desde donde el ciudadano se encuentre con un ordenador (computadora). Le dan una clave, envía su voto, y ya ha votado. Pero claro, ahí hay mucha confianza en la administración electoral, que nadie va a intentar manipular nada.
En otros lugares, como en Alemania, hubo un fallo de la Corte que dijo que realmente no se podía utilizar urna electrónica porque no permitía al votante asegurarse de que su voto fuese contado como él lo había depositado. Esto impidió que en ese país se siguiera utilizando el voto electrónico.
La dificultad que se tiene con las urnas electrónicas normalmente es que es muy difícil ver lo que está pasando, porque es una máquina y las líneas telefónicas. Uno no sabe realmente qué pasa con todo eso.
–¿Entonces?
–Pues es muy importante que la gente entienda muy bien cuál es el sistema que se utiliza, darle tiempo a hacer auditoría del sistema, que haya algunas pruebas previas para que se esté seguro y que cuando se lanza toda la maquinaria, que se controle que estén los contadores en cero, etcétera. Luego, que se permita a partidos políticos y observadores a tener acceso de lectura al flujo de información que está entrando, para que por lo menos ahí se tenga una idea de lo que está pasando. El tema del voto electrónico tiene detractores y gente muy a favor. Su uso exitoso depende mucho de la cultura de cada país.
–¿Cómo es eso?
–Hay países que se sienten muy cómodos con esto, porque es su modo habitual de vivir las nuevas tecnologías. Es algo habitual utilizar esto. Pero en sociedades que a lo mejor no lo están, requiere de mucha educación ciudadana. Hay que explicar muy bien cómo va a ser el proceso y dar algunas herramientas que permitan monitorear y que el ciudadano esté seguro que el voto que está metiendo en la maquinita es el que se va a consolidar después.
–Eso implica un tiempo, que la institución que organiza las elecciones dedique un buen margen de este para hacer todo eso que usted dice…
–Claro, justamente escribí un manual sobre temas de manejo de resultados electorales y con un experto informático miramos el tema: Tiempos para introducir nuevas tecnologías, y según el sistema que uno tenga, si es el clásico manual, con boletas que se cuentan, calculadora..., habíamos dicho que con unos seis meses de preparación se puede manejar. Si se introducen nuevas tecnologías para la consolidación de resultados, nuevas tecnologías para transmisión de datos, etcétera, se requieren 12 meses.
Introducir un sistema completamente automatizado requeriría entre 12 y 18 meses si quiere uno estar más seguro. Siempre se pueden cortar tiempos, pero el problema está en que a veces al hacer esto se puede correr el riesgo de no lograr que la gente entienda todo el proceso. Así que está bien utilizar nuevas tecnologías, pero siempre y cuando la ciudadanía y los autores políticos entiendan como es todo el proceso.
–O sea, ni satanizar ni santificar las urnas electrónicas entonces.
–De lo que se trata es que el sistema que se utilice tiene que ser uno con el que la ciudadanía esté a gusto. Y también de poner a la administración electoral la parte que se encarga de la ingeniería electoral. El ciudadano lo que tiene que hacer es saber por quién tiene que votar y hacerlo por su candidato y luego ustedes tienen que hacer que este voto mío se traduzca en escaños, etcétera. Lo que el ciudadano tiene que tener garantizado por cualquier administración electoral es que su voto cuenta y cuenta de la manera en que lo ha emitido.
–¿Cómo debe encararse una reforma electoral? ¿Funciona ir realizando pequeños cambios o estos deben realizarse de una vez conforme a una visión global, holística?
–Aunque en la teoría lo mejor sería realizar una reforma holística, el problema es el tiempo, para ponerse de acuerdo sobre tantos temas. Son muchos años que se toman para negociar todo esto. Entonces, si se quiere ir avanzando algo, la mejor manera es tomar un par de aspectos ahora, un par más tarde, para ir reformando algo, porque si no, se puede quedar con el mismo sistema durante diez años, y nada va a cambiar.
Lo que yo he experimentado es que es mejor hacer pocas cosas, y no esperar a hacer una reforma muy grande, porque a lo mejor a alguien no le gusta una parte de la reforma, y bloquea toda la reforma. Es mejor ir poco a poco e ir avanzando algo, que esperar una gran reforma que nunca llega.
Perfil
Francisco Cobos: Ha estado trabajando en más de 50 países en el área de asistencia electoral. Es doctor en Ciencias Políticas, por la Universidad Libre de Berlín. Vive en Bélgica. Sus áreas de trabajo profesional y académico son el impacto de diferentes tipos de sistemas electorales en procesos electorales, la participación ciudadana y el manejo de conflictos electorales.
Introducir un sistema (de votación) completamente automatizado requeriría entre 12 y 18 meses para que la gente entienda todo el proceso.
El voto electrónico tiene detractores y defensores; depende de la cultura de cada país. Hay países que se sienten muy cómodos con él, porque es su modo habitual de vivir las tecnologías.