03 may. 2025

El valor ciudadano de expresarse y de salir a exigir

Susana Oviedo – soviedo@uhora.com.py

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Foto: Andrés Catalán

En estos últimos días la ciudadanía está retomando un interesante nivel de conciencia de lo valioso que es no quedarse resignado e indiferente ante tanta inoperancia, corrupción, gestión deficiente e indolencia del Gobierno respecto a las demandas de la población. Así como de la importancia que adquiere la acción de manifestarse y exigir a quienes por mandato soberano administran el Estado y, en teoría, deberían procurar el bienestar de todos, sin distinción.

Son días agitados, de incertidumbre, de ausencia de liderazgos políticos sanos, de hartazgo social y de tantas decepciones, que arrojan lecciones muy significativas.

Entre otras, que la eficiencia de un Gobierno está supeditada en gran medida al grado de compromiso y honestidad de los funcionarios, al control ciudadano y a cuan incorporados están los derechos por parte de la gente. Cuanta más claridad exista sobre lo que es deber del Estado y responsabilidad ciudadana, más posibilidades de reclamar se genera en los mandantes hacia sus mandatarios y esto en Paraguay no está cambiando por obra y gracia de los partidos políticos ni al sistema educativo nacional.

Pero está ocurriendo. Quizá haya que atribuir a las múltiples ventanas al mundo que permite internet para mirar más allá de la “isla rodeada de tierra” y comprender que los esquemas de corrupción en el Estado se perpetúan porque hay un sector privado y político que los sostienen. Que la impunidad se fortalece en la medida en que las autoridades niegan información, rehúyen de la transparencia, no se sienten interpelados por nadie, controlan el sistema de justicia, y creen que si surgen algunas críticas estas pronto serán aplacadas por otro hecho de corrupción o escándalo público.

Además, porque desde arriba perciben que las organizaciones ciudadanas están desarticuladas, la clase trabajadora ha perdido fuerza y los jóvenes, que son fuerza mayoritaria en el país, supuestamente no están muy sensibilizados de los graves problemas sociales que la pandemia, sin embargo, expuso en su más cruda realidad.

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Pero muchos de estos jóvenes están viendo morir a sus abuelos, a sus padres, a sus tíos, a sus hermanos a sus amigos y profesores porque los administradores del Estado no hicieron ni hacen bien las tareas y, como resultado, dejaron desabastecidos a los hospitales de medicamentos contra el coronavirus y a los habitantes, sin vacunas contra el Covid. De hecho, los jóvenes son los que más están sufriendo el impacto de la pandemia por el confinamiento preventivo, las clases virtuales, el desempleo, las limitaciones de todas sus actividades y un futuro incierto que incrementa la ansiedad y desesperanza. Aunque detrás de esta coyuntura, hay décadas de robos a las arcas del Estado y de podredumbre política en el Paraguay.

Si la gente no hubiese salido a la calle el viernes y continuado en estos días, todo seguiría empeorando y más compatriotas habrían fallecido, por falta de medicamentos.

Ahora, como resultado, Salud y Cancillería harán los contactos que hagan falta para acelerar el acceso a algunas de las ocho vacunas anticovid utilizadas en el mundo. Hasta anunciaron una comisión interinstitucional para viajar al exterior y reforzar las gestiones. Gracias a la denuncia y movilización ciudadana se investiga por qué estaban comercializando medicamentos de IPS en el Ineram, y buscan responsables de la situación sanitaria que se está viviendo.

La fuerza de las críticas y protestas callejeras le mueven la estantería a un Gobierno que en estos momentos se ve obligado a salir del confort del poder y del electoralismo anticipado en que se hallaba, para ocuparse de los problemas que generó por ineficaz. La fuerza ciudadana también consiguió que el Ejecutivo se desprendiera, entre otras, de figuras como Eduardo Petta, del Ministerio de Educación, y Juan Ernesto Villamayor, del Gabinete Civil de la Presidencia.

Aunque la victoria aún es pírrica, bienvenido sea este despertar ciudadano.