El Vaticano presentó este jueves esta importante apertura en la que esperan que se aclare la acusación de que Pío XII no levantó la voz contra el nazismo durante la II Guerra Mundial.
“La Iglesia no teme a la historia. Al contrario, la ama”, con esta declaración, el 4 de marzo del año pasado, el papa Francisco explicó su decisión de abrir de manera acelerada para su consulta la documentación relativa al pontificado de Eugenio Pacelli.
Una decisión aclamada por historiadores y sobre todo por las organizaciones judías ante un Papa acusado de callar ante el nazismo, incluso cuando a pocos metros del Vaticano, el 16 de octubre de 1943, cien soldados alemanes capturaban a 1.022 judíos, entre ellos 200 niños y adolescentes, y dos días después los enviaban en 18 vagones de ganado al campo de concentración de Auschwitz, del que solo volvieron 17.
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Hasta ahora, el Vaticano solo ha accedido a abrir a los historiadores, en 2004, la “Inter Arma Caritas, la oficina de información vaticana para los prisioneros de guerra instituida por Pío XII (1939-1947)”, un libro que recoge las fichas de 2,1 millones de prisioneros de la II Guerra Mundial sobre los que se pidió información.
En 1965, el Vaticano publicó una amplia documentación recogida en doce volúmenes bajo el título “Actos y documentos de la Santa Sede relativos a la II Guerra Mundial”, donde ya aparecía mucho material sobre el pontificado de Pío XII.
Pero desde el próximo 2 de marzo, los estudiosos tendrán a disposición 16 millones de documentos y decenas de miles de cajas procedentes no solo del llamado “archivo secreto”, sino también de las diferentes instituciones vaticanas, para lo que se ha empleado cerca de 14 años.
Ya se han autorizado las consultas a 85 investigadores, entre ellos expertos provenientes del Museo Conmemorativo del Holocausto en Washington, pero también llegados de Israel, Alemania, Italia, Rusia, Francia, España y de América Latina.
Uno de los archivistas del Archivo Secreto vaticano, donde se encuentran los documentos personales de los papas, el argentino Alejandro Diéguez, explica a EFE la ardua labor “de estos 14 años en los que solo de la sección relativa a la secretaría de Estado se han producido 3.000 cajas que han dado lugar a un inventario de 43.283 páginas”.
Por su parte, el español Luis Manuel Cuña Ramos, que se ha ocupado de la parte relativa a los documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, asegura que tras esta larga labor “ahora con paciencia y constancia, la documentación hará luz sobre este pontificado y se podrán aclarar muchas cosas”.
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“De la documentación saldrá muy engrandecida la figura de Pío XII”, confía Cuña Ramos, quien explica: “Ahora hay que dejar la ideología y los prejuicios y vayamos a la historia. Es el momento de los historiadores para sacar conclusiones”.”
“En esos momentos se podía hablar o hacer, pero él (Pío XII) decidió hacer. Es mucho mas fácil hablar que hacer, aún sabiendo que se jugaba su prestigio”, añadió el archivista español.
Son muchos los libros basados en testimonios en los que se asegura que el Papa colaboró en salvar a entre 4.000 a 6.000 judíos con destino a América del Sur, como sostiene Pierre Blet en su libro Pío XII y la II Guerra Mundial en los Archivos Vaticanos, o también documentos que prueban que Pacelli escondió a numerosos judíos en iglesias y monasterios de Roma, además de facilitarles falsos certificados de bautismo y visados.
El prefecto del Archivo Apostólico Vaticano, el obispo Sergio Pagano, apuntó que ahora “será el deber del historiador ver los documentos y de manera honesta y crítica compararlos con diferentes fuentes”.
“Pero nosotros creemos que los documentos nuevos y los documentos viejos pueden aportar aspectos particulares y objetivos de un pontificado que fue crucial”, afirmó.
Al respecto de los documentos que más le han impactado, Pagano explica que existen las cartas de estudiantes, judíos y no, que después de la guerra mandaron mensajes de agradecimiento al Papa con los dibujos de sus clases”.
También, explicó Pagano, “hay numerosos testimonios de la ayuda prestada por los simples cristianos, así como por los institutos religiosos y los propios obispos para lograr la salvación de esta pobre población tan cruelmente perseguida”.