Desde muy temprana edad, Jhonny sintió una fascinación por el conocimiento y admiración por la educación que se impartía más allá de las fronteras del país.
Fue en el séptimo grado cuando su maestra de matemáticas, Amada Candia, notó su potencial. Bajo su tutela, participó en las Olimpiadas de Matemáticas Omapa, donde se llevó una medalla de plata que lo catapultó al curso de Jóvenes Talentos. “La dedicación de la maestra Candia fue crucial. Sin su apoyo, no habría descubierto mi amor por las matemáticas”, comenta.
Cada sábado, Jhonny viajaba a Asunción para su curso avanzado del programa de Jóvenes Talentos, una experiencia que forjó su carácter y determinación. Estos sacrificios y la ardua preparación lo llevaron a aplicar a las becas MOFA para estudiar en Taiwán. Este programa, que ofrece un año de estudio de chino mandarín seguido de cuatro años de universidad, se convirtió en el trampolín que necesitaba para alcanzar sus sueños.
foRMACIóN. Finalmente, tras cuatro largos años de estudio, se graduó el pasado 25 de mayo como ingeniero mecánico. Pero no fue solo su título; también obtuvo especializaciones en control de sistemas, mediciones en electromecánica, diseño mecánico y manufacturación inteligente. “La educación en NTU es rigurosa y desafiante, pero me ha permitido crecer no solo como profesional, sino también como persona”, dice.
El día de su graduación fue particularmente emotivo. Sus padres, Richard Caballero y Zenaida Rivarola, hicieron lo imposible para estar presentes en ese momento. Viajaron desde su hogar en el barrio Pablo Rojas de CDE hasta Taiwán para ver a su único hijo recibir su diploma.
Además de su excelencia académica, Jhonny también encontró tiempo para explorar sus talentos artísticos en Taiwán. Como guitarrista clásico, formó parte del elenco artístico de la universidad, una pasión que había cultivado desde niño en la Casa de la Cultura esteña bajo la guía de los maestros Agustín Zaracho y Juan Gabriel Segovia, y en los talleres de Favio Rodríguez. “La música me ofreció un escape y un equilibrio. Me ayudó a mantenerme centrado y creativo”, reflexiona.
En todo este tiempo fueron muchas las anécdotas. Recuerda que después de varios meses en Yilan, la ciudad donde se quedó el primer año para aprender chino mandarín, pensando que ya entendía el idioma tuvo un problema con su bicicleta e intento conversar con un mecánico. “Me miró atentamente y me habló en Taiwanés y no nos pudimos entender debido a que yo hablaba en mandarín”.
APLICAR EL CONOCIMIENTO. Ahora, se prepara para su vuelta a Ciudad del Este, decidido a aplicar todo lo aprendido para contribuir al desarrollo del país. “Mi sueño es implementar tecnologías avanzadas y procesos innovadores que puedan mejorar la industria local y nacional”, declara con determinación.
Mientras se prepara para celebrar su 23 cumpleaños, Jhonny no puede evitar sentirse agradecido por el camino recorrido y las oportunidades aprovechadas. “Cada sacrificio, cada noche de estudio, valió la pena. Estoy orgulloso de lo que he logrado y emocionado por el futuro que me espera”, concluye.
Así, la historia de Jhonny Caballero no es solo la de un joven que viajó al extranjero para estudiar, sino la de alguien que supo transformar su pasión y talento en una fuente de orgullo para su familia y su comunidad.