Ambas imágenes incluyen objetos de hace más de 13.000 millones de años y ofrecen un campo de visión mucho más amplio que la primera imagen de campo profundo del Webb, que se hizo pública el pasado 12 de julio, informa el Centro español de Astrobiología (CAB) en un comunicado.
Se trata de algunas de las primeras imágenes obtenidas dentro del proyecto CEERS (acrónimo del inglés, Cosmic Evolution Early Release Science Survey, sondeo con los primeros resultados científicos sobre evolución cósmica).
Esta gran colaboración, utilizando el nuevo telescopio espacial, estudia cómo se formaron algunas de las primeras galaxias cuando el universo tenía menos del 5% de su edad actual, durante un periodo conocido como reionización.
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Formado por 18 investigadores de 12 instituciones, el CEERS cuenta además con más de 100 colaboradores de otros diez países.
En la primera semana de análisis de datos, el equipo identificó un objeto especialmente interesante: una galaxia a la que llamaron Maisie, en honor a la hija del director del proyecto, Steven Finkelstein.
Se estima que esta galaxia existió solo 300 millones de años después del big bang. Los datos, que tardaron unas veinticuatro horas en recopilarse, son de una zona de cielo cercana a la cola de la Osa Mayor.
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Esta misma área del cielo fue observada previamente por el telescopio espacial Hubble, en lo que se conoce como Franja de Groth Extendida.
“Es asombroso ver cómo lo que para Hubble era un puntito de luz ahora para Webb se convierte en una galaxia completa y con estructuras preciosas. No solo eso, ¡otras galaxias emergen de la nada!”, señala Finkelstein, profesor asociado de astronomía en la Universidad de Texas (Austin, EEUU) e investigador principal del CEERS.
Las imágenes del proyecto CEERS, extremadamente nítidas, no solo han servido para descubrir galaxias distantes, también muestran numerosos objetos interesantes y bellos, revelando la complejidad de la evolución de las galaxias a lo largo de la vida del universo, añade el CAB.
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Algunas galaxias parecen elegantes molinos, otras son como pequeños seres al inicio de sus vidas, otras muestran interacciones con sus vecinas que las deforman o incluso destruyen, y otras se distribuyen en el cielo como si fuera un “comecocos”.
Una de las imágenes se obtuvo con el instrumento de infrarrojo medio (MIRI), desarrollado por un consorcio europeo en el que participó el CAB (la otra imagen se captó con el instrumento NIRcam).
“Las imágenes de MIRI son impresionantes, ocho veces más nítidas que las que teníamos hasta ahora”, afirma el español Pablo G. Pérez González, del CAB y uno de los investigadores del CEERS.
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De acuerdo con Pérez González, “en cada gran misión astrofísica que comienza el universo nos sorprende. Siempre pensamos que ya estamos llegando tan cerca del big bang que las galaxias deben ser muy jóvenes y casi deberíamos detectar la primera, pero el Webb nos está revelando galaxias grandísimas ya bastante evolucionadas cuando el universo tenía solo un 5% de su edad actual”.
“El universo ha sido casi toda su vida supereficiente formando galaxias. No solo eso, también elementos y compuestos químicos complejos, lo que debe tener un efecto en la aparición de la vida”, añade.
La colaboración de la estadounidense NASA, la Agencia Espacial Europea y la canadiense CSA ha hecho posible el James Webb.