Por Sergio Noe
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Color, ritmo, entretenimiento y algarabía. Estas fueron las notas distintivas de la fiesta de la pintura Life in Color, que reunió a 16.000 fans de la electrónica, entre la noche del sábado y madrugada del domingo, en el Jockey Club.
La tercera edición del festival contó con un escenario ambientado con gigantesco rostro de un león, en una suerte de estética que invitaba a liberar la “energía animal”. Esto se complementó con acróbatas, cañones y mangueras de colores apuntadas hacia el público, bañado con un estimado de 130.000 litros de pintura.
En una celebración de más de siete horas, la fiesta también tuvo diversas atracciones. La cámara de pintura, el tobogán con espuma o el rocómetro, con una estructura preparada para escalar, fueron algunas opciones.
Un ejército de teens formó fila para documentar en detalle su ducha de pintura gracias a la “cámara lenta” (slow motion). Con el sonido de cada alarma, la algarabía también estallaba. Era el anuncio del baño colectivo de colores en los alrededores del escenario.
En medio de todo, las consolas fueron bien controladas. Los pinchadiscos impusieron sus ritmos a una diversión que se resistía a parar. Las figuras mezclaron cientos de pistas.
Primero, los nacionales Fedde & Kriss y M2M. Luego, el estadounidense Crespo, el brasileño Alok y el alemán Robin Shulz. El cierre recayó en el sueco Alesso, ovacionado por un público que gozó de electrónica, pintura y diversión.