Petta había logrado obtener la venia de gran parte de la ciudadanía al imponer controles en las rutas. Pero ya arrastraba cierta simpatía cuando se desempeñaba como fiscal y participó en algunos operativos de combate al contrabando de cigarrillos.
A pesar de ello, había cierta esperanza de que Mario Abdo, a pesar de su pasado stronista, iba a corregir los errores de su padre. Por eso resultó doloroso ver a Carlos Ortiz Ramírez participar del acto de recordación de la edición por los 50 años de los libros Estrellita y Semillita.
La dictadura de Alfredo Stroessner fue una de las más nefastas para el Paraguay.
Pero resultó más paradójico aún que Petta señalara en esa presentación: ”Hoy tenemos que mirar un futuro que una a todos los paraguayos para transformar la Educación (sic)”.
¿Cómo es posible que creamos que un Gobierno mira al futuro si en el mismo acto reivindica a un ex ministro de la dictadura?
Para quienes cursamos la etapa escolar durante la administración de Ortiz Ramírez, a quien entre murmullos llamaban “ñandejára taxi”, era atemorizante verlo llegar a las instituciones educativas.
El régimen de Stroessner dejó una secuela de 425 desaparecidos, detuvo ilegal y arbitrariamente a casi 20.000 personas y forzó el exilio de más de 20.814 paraguayos, según un informe de la Comisión de Verdad y Justicia.
Muchos familiares de las víctimas tienen aún miedo de reclamar o dar datos sobre la ubicación de los cuerpos de los desaparecidos, porque consideran que los gobiernos colorados que sucedieron al de Stroessner mantienen un estatus quo que impide avanzar en la reparación a las víctimas.
La Dirección de Memoria Histórica y Reparación del Ministerio de Justicia tiene un presupuesto ínfimo para continuar los trabajos de excavación de tumbas y el reconocimiento posterior a través de pruebas de sangre.
Hasta la fecha, menos de 40 esqueletos de personas detenidas y desaparecidas por la dictadura stronista fueron hallados en diferentes dependencias públicas y privadas del país. Apenas se logró identificar a cuatro personas. Llevar a un acto oficial a un ex ministro de la dictadura, 31 años después de la caída del régimen, provoca la sensación de que el sistema educativo seguirá atrasado, y Paraguay seguirá ocupando los últimos lugares en las pruebas PISA.
Si Mario Abdo tiene intenciones de demostrar que su gobierno pretende consolidar las bases para mejorar la educación, debe cambiar de estrategia de comunicación y de paso, de ministro.
El bochorno con la entrega de libros escolares con errores y horrores ortográficos no se borrará fácilmente de la memoria. Pero, además, seguirá condenando a quienes asisten a las instituciones educativas a seguir recibiendo una educación paupérrima.
Hoy egresan de los colegios alumnos que no tienen comprensión lectora y no saben cosas tan básicas como el uso de la coma. Mejorar la educación para que Paraguay avance es un deber del Gobierno.