En el marco de los trabajos de recuperación de la estructura de la sede diplomática, se procede a la instalación de paneles revestidos con telares de ñandutí. La peculiar decoración se desarrolla en el salón de gala del edificio.
La confección de los telares de ñandutí estuvo a cargo de 30 artesanas, quienes diseñaron y tejieron unas 70 piezas en los colores blanco, beige y arena, para luego realizar la unión de los paneles con las dimensiones necesarias.
El armado y montaje de las piezas de arte los realizaron de forma gratuita un grupo de compatriotas que residen en Uruguay. Se trata de Aída Raquel Bareiro, pedagoga y profesional de educación, y Myriam Leite, proveedora del fieltro que ofició de aislante térmico y acústico.
Con estas piezas de ñandutí se reemplazará el revestido original de las paredes, el cual está deteriorado debido a la humedad.
Según informaron desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, la construcción de la sede de la Embajada data del año 1928. El inmueble es un patrimonio histórico que está ubicado sobre el bulevar General Artigas 1191, una de las avenidas principales de Montevideo.
El costo de este trabajo fue asumido por la Cámara de Comercio Uruguayo-Paraguaya mediante una donación.
La culminación de todos los trabajos y rehabilitación oficial de la sede se prevé para el transcurso del presente año.
En este lugar tuvo lugar el pasado 7 de agosto, el acto oficial de premiación a Luis Alberto Lacalle Herrera, ex presidente de la República de Uruguay , con el galardón Poncho de 60 Listas, por su contribución a la difusión y promoción de los valores nacionales, historia y tradiciones del Paraguay.
Patrimonio cultural
Mediante la Resolución 497/19, la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), en julio del 2019, declaró a los conocimientos, técnicas y métodos de elaboración tradicional del encaje ñandutí como “patrimonio nacional cultural inmaterial del Paraguay”.
El ñandutí es un encaje de agujas que se teje sobre bastidores en círculos radiales, bordando motivos geométricos o zoomorfos, en hilo blanco o en vivos colores.
Una de las versiones sobre su origen menciona que este bordado fue traído al Paraguay por mujeres españolas de Tenerife, hace aproximadamente 300 años.
Ellas instruyeron el bordado a las mujeres indígenas del país, quienes a su vez fueron mejorando la técnica y añadiendo coloridos diseños de componentes naturales, tales como flores, insectos y aves.